Arde este libro de Fernando Marías
Sinopsis
«Te incineraron con una novela
mía entre las manos. Por eso escribo este libro. Hasta ese momento jamás pensé
que contaría nuestra historia. Había logrado asumir el largo camino de tu
final, que a veces, no sé si atreverme a decirlo, tanto deseaba que llegara, y
describir aquel calvario que por encima de todo fue tuyo me habría parecido una
herejía. Pero entonces supe que te incineraron con la novela entre las manos y
ahí, sin retorno ni piedad, nació este libro. Yo rememorando y tú muerta. Jamás
podríamos habernos figurado el día del primer abrazo que desembocaríamos tanto
después en este diálogo.»
Una historia real de amor, muerte
y desarraigo iniciada en el Madrid de los años ochenta y concluida hoy.
Autobiográfica, especulativa, alcohólica, espectral.
Nadie es quien soñó que sería.
Opinión
«La única persona capaz de velar a medias por tu
seguridad física en Madrid, yo, no quería sacrificar su vida por esa responsabilidad
que podía alargarse de forma indefinida».
El amor y sus sacrificios. Una
novela que nos habla de amor, pero sobre todo de culpa y excesos. «Te mató
el alcohol y fui yo quien te enseñó a beber». Juntad esta frase y la
primera, aguantarlas un momento en la cabeza, enfrentadlas y decidme, ¿qué pensáis?
Cuando leí esta frase, mi mente caprichosa me recordó una película, Días
de vino y rosas, Jack Lemmon invadió mi cabeza narrándome una historia
brutal, cargada de frases devastadoras.
«Para entonces yo no bebía hacía años, por tanto, tú y yo
éramos extoxicómano contra toxicómana, exalcohólico contra alcohólica, esa
convivencia criminal a la que nadie sobrevive.»
La novela es magnífica, pone al
lector en situación, oprime, «El bebedor, esclavo de su sed, se erige impecable
verdugo de las personas que tiene alrededor». Pero lo mejor de esta novela
es su carácter de balance, triste y real, cómo se pasa de la felicidad de los
primeros años, de las ilusiones y la construcción de un futuro juntos, a la destrucción.
«Tu voz, un hilo débil, cuya indefensión extrema no me
alarmó porque me hallaba familiarizado con ella».
¿Nos volvemos insensibles al
dolor de los que amamos? ¿O preferimos no adentrarnos en esas habitaciones
oscuras donde arrojamos recuerdos y emociones por sentirnos culpables? Y
respondo con una frase del libro, «La cobardía no debe prevalecer sobre el
abrazo último a las personas amadas».
Una obra estremecedora, una confesión reflexiva
sobre él y su vida, sobre la ausencia y la soledad, «¿Quién terminará esa
lectura que dejé inacabada tras mi muerte?». No creo que con esta novela autobiográfica
Fernando Marías buscase el perdón del lector, ni siquiera el suyo, no se cree
merecedor de él, se cree culpable, no de la muerte de Verónica, sí de mostrarle el camino hacia ella. Al hacer balance de esos años se dio cuenta que no
era quién soñó que sería, no era ese el final que construyó con la mujer que
fue su pareja durante tantos años, Verónica.
Una maravillosa lectura.
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