Como bestias de Violaine Bérot
Hi
#Comobestias
#ViolaineBérot
Traducción #PabloMartínezSáchez
Edita #Lasafueras
Sinopsis
Un pueblo aislado en las
montañas; un joven de fuerza sobrehumana con un don para sanar a los animales;
una niña que aparece de la nada y que desata todos los rumores en un valle en
el que todavía resuenan antiguas leyendas y misterios. Pocos elementos le
bastan a Violaine Bérot para trenzar esta inolvidable historia a medio camino
entre la novela negra y la fábula.
Intercalando los interrogatorios
policiales a los habitantes del pueblo y las canciones de un misterioso coro,
como en una tragedia griega o un moderno cuento de hadas, este libro hechizará
y conmoverá a quien se adentre entre sus páginas.
Impresiones
«No es verdad. Se equivocan
quienes dicen que no reciben visitas. No son unos salvajes»
Mariette y su hijo no son
salvajes, pero ya es tarde, han invadido su hogar con un ejército «¡Han
mandado un helicóptero, nada más y nada menos! ¡Y atraparlo con una red!» y
se lo han llevado como si de una bestia se tratase. Magnifica historia que
recomiendo desde ya. Tras leer la novela, la recomendé en un grupo de lectura, al terminar
una lectora pregunta, esto pasaba aquí hace mucho tiempo, primero te pegaban y
luego preguntaban si habías hecho tal cosa o no. Entonces conté una historia.
Para
situarnos, la pandemia, ¿cuántos días estuvimos encerrados? 100 días, más o
menos, eso creo, unos tres meses. ¿Qué sucedió con los niños autistas? Quiero
concretar porque para mi historia es necesario. El aislamiento para M. fue un grave
impacto psicológico, su aprendizaje requería de estímulos externos, el encierro
no ayudó, salió de su rutina, no podía exteriorizar sus emociones a través de la
actividad física, necesitaba estar con sus amigos y le alteró. Su madre no
sabía qué hacer, los golpes, los gritos, regresaron, los vecinos se quejaban,
golpeaban el suelo y las paredes, poneos en situación para un autista todo lo
que esto significó, amenazaban con denunciar… en fin, una larga lista que no merece
la pena señalar, todos sabían que M. era autista, pero no conocían, y es normal
que no lo supieran, la repercusión que esto tenía en un niño como M. La
situación era insostenible, así que la madre optó por sacarle al rellano y
bajar y subir escaleras, los vecinos la denunciaron, la policía acudió, rogaron
que no volviera a salir. Dos días más, la situación fue insostenible, así que
una noche salió a hurtadillas a la calle, algunos vecinos se asomaron a la
ventana montando una cacerolada digna de mención con insultos y más, M. se puso
a gritar. Vino la policía, la recomendaron no volver a salir. Alguien prestó a
la mamá de M. su perra, «Paseadla», pero M. no estaba muy conforme con seguir a
la perra, a la perra le gustaban los árboles y los matorrales, a M. los
columpios del parque. Fue un parche momentáneo hasta que alguien entrara en razón.
Psiquiatras,
psicólogos, médicos, movieron cielo y tierra para permitir que niños como M.
pudieran salir a la calle, sin juntarse, sin contacto con otros, pero
necesitaban salir. Para no alargarme, se aprobó y M. pudo salir con una prenda
azul a la calle, alguno siguió protestando con una cacerolada, porque siempre
hay alguien que no está conforme.
«He oído que la niña y el
burro eran culo y mierda»
«He oído…», se difunden los
rumores sin contrastar, se creerán mejor persona que el que lo inició, muchas veces
el que lo inventa empieza con el famoso «he oído». Y resulta que el que se
llevaba el mérito, Albert, no era el del don con los animales, sino el Oso, esa
bestia que han arrancado de su hogar sin explicación alguna a él o a su madre. Y
algunos quieren que vuelva, por necesidad propia, «Y ya va siendo hora de
que lo suelten, de que lo dejen volver, porque una de mis vacas se ha hecho una
herida… y me gustaría que el Oso lo viera cuanto antes», aquí no hay
empatía ni comprensión, aquí hay puro egoísmo, si Oso no fueran tan buen sanador,
allá se pudra donde lo hubiesen encerrado.
«Por mucho que alarguen la
prisión preventiva, por muchos interrogatorios a los que lo sometan, no conseguirán
que diga una palabra. ¿Todavía no lo han entendido?»
Nuevamente he hecho una de las
mías, he creado un paralelismo entre la lectura y el relato de M. en el
confinamiento, no os diré si es o no real, para ilustrar lo que el ser humano
es capaz de hacer por incomprensión y miedo es muy válido y más cercano en
espacio y tiempo. El Oso podía ser como M., autista. En ambas historias remarco
lo más importante el miedo a lo desconocido y la falta de comprensión pueden
llevar a la deshumanización de aquellos que son percibidos como
"diferentes". Mariette y su hijo son tratados como salvajes, y M. y
su madre sufrieron el rechazo y la incomprensión de sus vecinos. En ambas historias,
en la mía no entré en ellos, los rumores sin fundamento fueron decisivos para
el trato inhumano, ese helicóptero, esa red, esa cacerolada, INDIGNANTE, no fueron dos o tres vecinos,
fueron muchos más los que se unieron. ¿Quiénes son las bestias? El Oso y M. no,
aquellos que incendian las mentes con mentiras y los que actúan sin reflexionar
ni un poquito. Como os imagináis, este mes de abril estamos trabajando con la empatía en mi grupo de lectura, aquí la falta de ella se ve a la perfección. Como reflexión os dejo esta, la
incomprensión a la que se enfrentan las personas con autismo y sus familias,
marco como necesaria la educación sobre estos temas, leed que no cuesta nada,
hay que sensibilizarnos para evitar estas situaciones. La literatura tiene un
poder único, ILUMINA y CONECTA las experiencias humanas.
¡Feliz lectura!
Autora
Violaine Bérot (Francia,
1967) Licenciada en Filosofía. Su actividad profesional le ha llevado de la
ciudad, en donde ejercía como informática, hasta los Pirineos, en donde se
dedicó a la cría de cabras durante años. A lo largo de todo ese periplo solo ha
habido una constante en su vida: la escritura. Desde su debut literario a
mediados de los noventa con la novela Jehanne, Bérot ha escrito una decena
de libros que le han valido ser considerada por sus lectores y lectoras como
uno de los secretos mejor guardados de las letras francesas.
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