Celia. En la revolución de Elena Fortún
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Edita #Renacimiento
Sinopsis
El devenir del manuscrito de
Celia en la revolución de Elena Fortún es fascinante. Escrito en Buenos Aires
en 1943, se mantuvo celosamente alejado del mundo editorial, convencida Elena
Fortún de que su testimonio no gustaría «ni a unos ni a otros». Tras su muerte,
lo custodian Luis, el hijo de la autora y su esposa hasta que esta, ya viuda,
se lo entrega a Marisol Dorao, biógrafa de Elena Fortún, en la entrevista que
mantuvieron en los Estados Unidos. A su vuelta, Marisol transcribe conmovida el
manuscrito que dará lugar a la primera edición (Aguilar, 1987) de Celia en la
revolución. Pronto, el libro desaparece de las librerías reclamado por los
fieles lectores y los coleccionistas de la serie de Celia y el manuscrito se
pierde entre reclamaciones familiares y avatares de la primera casa editorial.
En noviembre de 2021, la Biblioteca Regional de Madrid recibe de forma anónima
el anhelado manuscrito itinerante. Por fin, la editorial Renacimiento puede
publicar esta tercera edición a partir del original con la ventaja de
contar con una mayor información biográfica e histórica y la ayuda de las
nuevas tecnologías para reproducir más rigurosamente la intención de la
autora y las peculiaridades de su lenguaje.
Impresiones
Bueno, bueno… Tenía muchísimas
ganas de leer algo de Celia desde que leí la novela de María Montesinos sobre
la vida y obra de Elena Fortún. No han sido las expectativas por lo que la obra
me ha dejado este regustillo amargo, son dos cosas, una la falta de descripción
total en los personajes, sus características más íntimas, más identificadoras,
no hay guiños, no hay muecas, ni tics, las voces son muy parecidas, hay una
ausencia total de la descripción de la personalidad y el estado emocional, ríen,
lloran, suspiran…, pero no crea el ambiente como me gusta, el terror y el
miedo, escrito sin más. Lo segundo, me ha saturado tanta pared y tanto
fusilamiento.
Describe
al detalle una época, a través de sus diálogos «Hay más de cien besugos» «¿Y
no viste al amo?», «Ese ha hecho las diez de últimas», «Compañera», «el paseo»,
«… en la chesca». Madrid como la ciudad de los contrastes al principio de
la guerra, por un lado, se amontonan los cuerpos fusilados y, por otro, puestos
de verduras y hortalizas, normalidad en un mercado, «… hasta parece que no
está pasando nada». Narra no solo la guerra, también los cambios sociales, antes
el luto del padre duraba diez años. También una realidad, en ambos bandos se cometían
fusilamientos, y había personas resentidas deseosas de venganzas, luces y
sombras, «Los que hacen esos registros son personas que están al tanto de lo
que ocurre en las casas…», «… lo que ocurre es que una es prudente y se calla...,
pero mi novio es policía, y si yo le dijera…» se señala mucho al servicio,
quitando Valeriana que se la quiere porque cuida de las niñas y hace sus
tareas, porque llama “amo” al padre, el resto en el punto de mira.
«Siempre hay gente mala que
aprovecha las desgracias para sacar partido…»
Mi
padre me contó muchas de las cosas que Celia narra, pasó la guerra en el metro
de Madrid durmiendo en el andén, pasó mucha hambre y comió de todo para acallar
las tripas, nunca me dijo que en esos años se hablase como si estuviésemos en
un país comunista con tanta compañera y compañero. Sí me decía lo mismo que el
padre de Celia a esta, «Hija, nos hacemos malos, miserables… La miseria nos
va invadiendo el alma».
No he empatizado con Celia ni un poquito, como
narradora un diez, una niña que recorre Madrid de punta a punta, a pesar de la
época, porque a mi tía Pilar no la dejaban ir sola ni a la esquina, pero era mi
familia, pobres como ratas, mi abuela servía y mi abuelo mecánico, Celia tiene
clase media alta, tiene servicio, tiene casas lujosas…, tiene libertad, pero no
es emotiva, es fría y distante. Dicen que era el alter ego de la autora,
irreverente, en esta novela no recuerdo haberlo visto, y soñadora, Elena Fortún
se llamaba María de la Encarnación Gertrudis Jacoba Aragoneses de Urquijo,
pertenecía a una familia de clase media alta y ascendencia noble.
Tengo que darle una segunda
vuelta, pero con el tiempo, ya sé a qué me enfrento. El resumen para las redes
sociales. Para mí dos puntos cruciales por los que no he conectado con la obra,
la ausencia de profundidad en los personajes, la ausencia de descripciones como
muecas, tics, gestos. Es un relato centrado en la perspectiva de una niña,
aunque lo veo frío, distante y muy maduro, pero bueno, me faltan matices. ¿Cuántos
años tenía Celia? ¿Catorce? Para mí no crea el ambiente de terror de forma
inmersiva, contabiliza fusilamientos y paredes, resta fuerza a la experiencia
emocional que esperaba de este durísimo episodio de nuestra historia.
Si
me lo hubiese narrado un adulto, quizá cambiaría esta reseña, Elena Fortún hace
un relato descarnado, muestra los contrastes de Madrid, como he dicho arriba,
la atrocidad de los dos bandos, pero lo hace sin profundidad emocional, solo
contabiliza, y eso me desgasta como lectora. Celia es una niña, de buena
familia y que no ha pasado miserias, pero… Fue un conflicto deshumanizador como
dice el padre de Celia y me contó el mío. Sinceramente la mirada desapasionada
de Celia es lo que más me inquieta de todo el texto, como no he leído los
anteriores cuentos, no puedo comparar, a lo mejor, la autora quiso describir como
la guerra trasforma a esa niña soñadora en otra desapasionada, puede. Y ya para
terminar, no hay en la novela, quitando a Valeriana, pero con mis reservas, ¿cierto
punto de mira en el servicio doméstico?
¡Feliz lectura!
Autora
Elena Fortún (Madrid,
1886-1952). Creadora de las célebres novelas de Celia, el personaje infantil
más emblemático de la literatura española, comenzó a publicar las aventuras de
esta niña madrileña que quería ser escritora el año 1928 en el suplemento
infantil Gente Menuda. A través de sus vivencias y las de los otros
protagonistas de la saga (Cuchifritín, Matonkikí, Patita y Mila) Elena Fortún
construyó una fiel crónica de los años más convulsos del siglo xx español con
la visión extraordinaria y fiel de unos personajes que, como su creadora, nunca
terminaron de adaptarse al mundo moderno.
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