La peste de Albert Camus

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Sinopsis

Orán, abril de 194…El doctor Rieux encuentra el cadáver de una rata en el rellano de la escalera. Fuera, serán muchas las ratas agonizantes que invaden las calles, y el conserje muere repentinamente por una enfermedad violenta y misteriosa. Los médicos acceden al fin a pronunciar la temida palabra: peste. Y, pese a las muchas reticencias, las autoridades incomunican la ciudad.

El aislamiento y el miedo se adueñan de la población y modifican los comportamientos individuales y colectivos. Rambert, un periodista que acaba de separarse de su novia, solicita en vano el apoyo del doctor Rieux para regresar a París. Cottard, un representante de comercio que había intentado suicidarse, se regodea en la desgracia de sus conciudadanos. Grand, empleado municipal, se encierra a terminar un libro cuya primera frase no cesa de reescribir. Y el padre Paneloux llama a sus feligreses a meditar acerca del castigo divino.




 

«Uno se cansa de la piedad cuando la piedad es inútil»

Sí o sí, recomiendo su lectura, una obra maestra que puedo resumir como atemporal, porque la condición humana no cambia. Me preguntó mi hijo que por qué creía que hasta la muerte de un rico la ciudad de Orán no se preocupó de la peste, escribe Camus, «… que no eran precisamente porteros o pobres… Fue a partir de ese momento cuando el miedo, y con él la reflexión, empezaron», porque se ha normalizado, no con falta de argumentos, que la gente sin recursos muere de más infecciones y enfermedades, por lo tanto, hasta que un rico no muere no saltan las alarmas, por eso es tan importante tener cuidado con lo que NORMALIZAMOS. «Ante los muertos anónimos, no tienen cara, no tienen identidad, no son relevantes».

            Iba leyendo y acordándome de la COVID 19, no quiero extenderme mucho más, he apuntado tantas frases, que dejo alguna suelta abajo, que parece que copiaba páginas enteras.

«Digamos solamente que no debemos obrar como si la mitad de la población no estuviese amenazada de muerte, porque entonces lo estará»

«Me ha respondido que él no tenía autoridad. En mi opinión esto va a crecer»

«… como primer efecto el obligar a nuestros conciudadanos a obrar…», dejar de pensar individualmente, como se les ha enseñador, y pensar como una comunidad, complicado.

«El anuncio de que durante la tercera semana la peste había hecho… no llegaba a hablar a la imaginación» «Nadie se sentía cesante, sino de vacaciones»

«De todos modos eso no puede hacer daño», reunirse todos bajo el mismo techo para rezar, en plena epidemia, no puede hacer daño, no, claro que no, lo ilógico de la lógica religiosa. El sermón del padre Paneloux, terrible, un Dios vengativo y maligno.

«Los periodistas y las autoridades quieren ser más listos…»

 

Muy recomendable. Escrita en 1947 conecta a la perfección con la realidad de nuestro tiempo, COVID-19. Atemporal. Una novela que nos revela mucho sobre la condición humana, pero también sobre los peligros de normalizar, normalizar la muerte y el sufrimiento, normal que los pobres mueran, normal que sufran enfermedades. Cuándo se pone Orán en movimiento, la sociedad solo reacciona con alarma cuando un problema que se ha vuelto común para los marginados empieza a afectar a las élites. He visto en la obra de Camus las mismas respuestas, contradicciones y absurdos de la pandemia real, la negación inicial ante el peligro, la gente saltándose las restricciones, la burocracia y la falta de autoridad, nadie tenía la responsabilidad de decidir, la lucha entre el individualismo y la colectividad. Una novela dolorosamente testimonial. Ante la adversidad poco hemos aprendido.  

¡Feliz lectura!

 

Albert Camus. Nació en Mondovi. Su origen argelino marcará profundamente su pensamiento, al igual que la búsqueda infatigable de un orden moral, que halla en el clasicismo de su arte el correlato estético perfecto. En 1940 se trasladó a París tras trabajar un tiempo como redactor en un diario argelino. Muy pronto se sintió comprometido con los acontecimientos históricos que conmovieron Europa antes y después de la segunda guerra mundial. Fue miembro activo de la resistencia francesa y director de Combat, una publicación clandestina. Su célebre ensayo El mito de Sísifo (1942) expone su noción de lo absurdo y revela la influencia del existencialimo, presente en toda su obra. Periodista combativo, disidente de todas las ortodoxias de su tiempo, polemista incansable, escribió además libros tan fundamentales en nuestra cultura como las novelas: La peste (1947), La caída (1946), El extranjero (1942), o las obras de teatro Calígula (1945) y Estado de sitio (1948). En 1957 recibió el Premio Nobel de Literatura. Murió en 1960 em Villeblevin (Francia), en un accidente automovilístico.

 

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