Acaba con la batalla por el control entre padres y adolescentes de Neil D. Brown
Hi
Traducción #ManuBerástegui
Edita #Alba
Sinopsis
En prácticamente todas las
familias hay momentos en los que los adolescentes retan a los padres y no
aceptan los límites y las normas que se les exigen. Pero la batalla por el
control va más allá; se trata de un patrón de relación crónico que agota los recursos
emocionales de la familia y puede afectar a la identidad, la autoestima y el
desarrollo del adolescente, dando lugar a comportamientos destructivos que
causan estrés a todos los que le rodean. Acabar con la batalla por
el control entre padres y adolescentes desvela los tres elementos que
sustentan este conflicto crónico -reactividad, tono emocional negativo y estar
«centrado en la otra persona»- y propone los cambios fundamentales para tratar
los problemas subyacentes, avanzar hacia una forma más positiva de ver al hijo
y al mismo tiempo crear un cambio en el comportamiento que sea profundo y
duradero. Las herramientas basadas en la terapia familiar estructural servirán
para abordar problemas específicos y crear un patrón de relación más saludable.
La lucha de poder entre
padres y adolescentes no es nada nuevo, pero lo que el psicoterapeuta Neil D.
Brown denomina «la batalla por el control» es un patrón de comportamiento
destructivo que se autoperpetúa y que influye negativamente en el desarrollo del
adolescente y de toda la familia.
Impresiones
De lo mejor que he leído, mi
consejo gratuito, leer antes y durante la etapa de la adolescencia de nuestros
hijos, ¿por qué antes? Para empezar a marcar limites, privilegios y otras
herramientas tan importantes para los padres como para los hijos adolescentes.
Durante, para recordarnos que nuestros hijos son buenos y nosotros, buenos
padres, al tajo. Se está alargando la adolescencia, empieza más o menos a los
doce años y termina en las chicas a los veinticuatro y en los chicos a los veintiséis,
de aquí el desgaste. «¡Muchas veces he dicho que Dios ha hecho a los chicos
de dieciocho años tan insoportables para que sus padres no se sientan tan mal
cuando se vayan de casa!», Neil D. Brown.
¡Uff! Yo estoy en medio de esta situación, lo mío no es
una batalla, es una lucha, tenéis un sencillo test en el libro para saber
diferenciar uno de otro, aunque es evidente. A lo largo del libro se marcan
patrones negativos que no vemos y que hay que cambiar, sí o sí. ¿Es más fácil educar
desde el apoyo y el cariño o desde la autoridad y la mano dura? No sé si es más
fácil, pero sí más eficaz.
«… tu adolescente no es un caso perdido y tú no eres
un mal padre», lo que sucede es que cuando vemos a los adolescentes de
nuestros amigos y vemos a nuestros hijos jugar con el cubo y la pala en el
parque nos decimos, eso a mí no me va a pasar porque mi niño es un angelito,
ya, ya, pero todo no llega y te diré algo muy importante, no son todo las
hormonas que se llevan siempre esa imagen diabólica, es el cambio que se
produce en el cerebro, entender eso es muy revelador para entender lo que está
sucediendo en nuestros hogares.
La familia es como un pequeño ecosistema social, lo
que impacte en un miembro afecta al resto del grupo. Hasta hace unos días todo
estaba controlado, las decisiones, las actividades…, todo en la unidad familiar
funcionaba, ahora nuestros hijos nos cuestionan. Se van produciendo los cambios
lentamente, dejamos que pase porque pensamos que será cuestión de horas, como
mucho dos o tres días, pero se alarga, minando sin darnos cuenta nuestra valía
como padres. Llegará un momento que queramos ayudar, pero nos han atado de pies
y manos, antes sabía como madre lo que había qué hacer, ahora me cuestiono
TODO. «Los hijos les han convertido en inútiles». No son malos padres
que han criado a malos hijos, es la batalla por el control, algunos solo padecen
la lucha, pero el enfrentamiento existe, es real y da miedo no saber
gestionarlo. Esta batalla tiene un impacto negativo en los hijos, hemos leído
mucho sobre esta etapa y su complicación, pero los padres sufren lo indecible, afecta
a la relación con la pareja y con el resto de hijos. Para que veáis la
complejidad del ser humano, nuestros hijos necesitan nuestro apoyo en un
momento en que son más reacios que nunca a aceptarlo.
Lo más importante es entender cómo somos, cuál es nuestra
naturaleza básica, soy tranquilo/equilibrado, reservado/dependiente, intenso/agresivo…,
cuando nos conocemos, cuando conocemos a nuestros hijos, podemos ser más
pacientes. Esto nos ayudará a no personalizar tanto, está en el libro, no me
salgo de su lectura. Las claves para hablar con un adolescente las sabéis:
reactividad, atención y tono emocional, como herramientas, los privilegios. Deben
desarrollar sus habilidades de socioemocionales, responsabilidad y rendir
cuentas, eso nos pide cualquier relación, sea la que sea, piénsalo.
¿Quién puede cambiar el comportamiento de un adolescente?
¿Tú como padre? ¿El terapeuta? NADIE, solo el adolescente. «Es el
adolescente y solamente él».
¿Somos responsables de la felicidad de nuestros
hijos? Se hablará de la depresión y el suicidio de adolescentes. Casos
prácticos, no hay una respuesta, muchas herramientas e ideas que podemos
aplicar, pero no una barita que solucione o elimine lo que estamos pasando con
nuestros adolescentes, pero entender como funciona, que otros encontraron el
camino, ayuda y mucho.
El libro aborda la compleja etapa de la adolescencia desde una
perspectiva neuropsicológica y emocional, ofreciendo herramientas prácticas
para padres que buscan acompañar a sus hijos sin perder el equilibrio afectivo
ni la autoridad.
A través de casos reales y reflexiones guiadas, se enfatiza que las
conductas adolescentes —impulsividad, oposición, aislamiento o cambios de
humor— no responden tanto a “hormonas descontroladas” como a un cerebro en
plena reorganización y desarrollo. Esta comprensión permite a los padres despersonalizar
las reacciones de sus hijos, reduciendo la frustración y previniendo el burnout
parental, un síndrome caracterizado por agotamiento emocional, sentimiento de
ineficacia y pérdida de control en la crianza.
El texto invita a los adultos a trabajar en la introspección y la
autorregulación emocional, recordando que la parentalidad es una relación
bidireccional donde el ejemplo emocional tiene tanto peso como la norma. Los
hijos necesitan límites claros, pero también contención, escucha activa y
validación de sus emociones.
En su núcleo, el mensaje es esperanzador: los adolescentes no son
“problemáticos”, sino personas en construcción, y los padres, aunque agotados,
siguen siendo su referencia emocional más sólida. La tarea no consiste en
controlarlos, sino en acompañarlos con empatía, firmeza y coherencia afectiva.
PARA LAS REDES:
Intentaré hablar de este libro sin dejarme llevar por mis propias
vivencias, soy una madre con dos adolescentes en casa, no quiero con ello dar
más credibilidad ni urgencia a su lectura, eso sí, es muy recomendable, antes y
durante, es solo un consejillo. Antes, para empezar a marcar límites,
privilegios y otras herramientas con anticipación. Durante, para recordar la verdad fundamental:
«nuestros hijos son buenos y, nosotros, buenos padres». Es un manual con
casos prácticos que ayudan mucho, para mí ha funcionado como una herramienta para
la introspección y recordar que no son las hormonas lo más importante de esta
diabólica etapa, es el cerebro que está en desarrollo bestial, esto nos permite
no personalizar tanto sus reacciones. Los padres nos sentimos perdidos e inútiles,
tenemos un desgaste que se recoge dentro de la psicología, burnout parental,
¿te reconoces en los síntomas? Sí, ellos minan nuestra valía, pero un secreto, «Nuestros
hijos necesitan nuestro apoyo en un momento en que son más reacios que nunca a
aceptarlo», por eso es tan importante fortalecer esos lazos afectivos,
creadlos, implica lo que conocemos, escuchar sin juzgar, validar sus emociones
y respetar su creciente necesidad de independencia, bajo supervisión y límites,
los límites son buenos para ellos y para nosotros.
¡Feliz lectura!
Autor
Es un psicoterapeuta,
autor, conferenciante, formador y consultor que reside en Santa Cruz,
California. Especialista en terapia familiar, ha trabajado durante años con
familias con niños y adolescentes, parejas y particulares. Graduado en la
Universidad de Denver, es un estudioso de la Terapia Familiar Estructural y la
Terapia Breve, a partir de las cuales ha desarrollado su propio modelo
terapéutico para ayudar a transformar los patrones de comportamiento poco
saludables. Tras cuarenta años de experiencia, actualmente se centra
exclusivamente en compartir su modelo terapéutico con familias, así como en
programas de salud mental para grupos. Asimismo, ofrece contenido semanal en su
podcast Healthy Family Connections.






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