La campana de cristal de Sylvia Plath

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Traducción #EugeniaVázquezNacarino

Edita #DeBolsillo

 

Sinopsis

Esta es la historia de una chica que tiene todo lo que una joven puede desear en el Nueva York de los años cincuenta: una carrera prometedora, un pretendiente que estudia medicina y toda una vida por delante. Esther Greenwood ha ganado una beca para trabajar en una revista de moda en la gran ciudad y siente que por fin podrá realizar su sueño de ser escritora. Pero entre cócteles, noches de fiesta y pilas de manuscritos descubre una sociedad que repudia las aspiraciones de las mujeres y su vida empieza a desmoronarse. Esther -alter ego de la autora- se encierra en sí misma, como si estuviera atrapada en una campana de cristal: respirando continuamente el mismo aire viciado y sin posibilidad de escapar.

Más de cincuenta años después de su publicación original, La campana de cristal se ha convertido en un clásico moderno, y las palabras de Plath, con la nueva traducción de Eugenia Vázquez Nacarino, conservan todo su impacto. Esta obra icónica, como dice Aixa de la Cruz en el prólogo, «viaja al presente como una corriente eléctrica y nos interpela de tú a tú, sin mediaciones».

 

 


 

Impresiones

¡Uff! Tengo dos folios de notas sueltas, que con esta segunda lectura he ampliado unas cuantas líneas más de pequeños detalles que en la primera lectura no caí. Así que, voy a dejar constancia de esas notas y luego una valoración final.




«… lo estúpida que había sido al comprarme todos aquellos vestidos incómodos y caros…» (20), ¿por qué compramos cosas que no necesitamos y luego nos hace sentir tan mal? ¿Qué hay detrás de esas compras impulsivas? Un chute de dopamina y un vacío existencial.

«Me chiflaban aquellos regalos llovidos del cielo. Después los escondí durante mucho tiempo, pero cuando volví a encontrarme bien los saqué y todavía andan por casa» ¿Por qué escondemos cosas de la vista? (21). «Importaron directamente a Betsy desde Kansas…», ¿importaron? Parecen ganado. (30) Se cambió el nombre aquella noche de fiesta con su amiga. (31) No le gusta mostrar desconocimiento, la hace sentir vulnerable, prefiere fingir que sabe cómo funcionan las cosas. (37) ¿Quién va a llamarla a ese número de teléfono? Soledad como un camión. (38) Baños calientes, ¿qué generamos con los baños calientes? «Sentí que volvía a ser pura». (57) Jay Cee deseaba que fuera su madre, era sabía, pero muy fea, es muy curioso como a lo largo de la obra la apariencia física, la belleza estética pesa tanto, aunque sea sinónimo de infelicidad. «Mi madre no era de gran ayuda…», es evidente que la muerte del padre fue el punto de inflexión para ellas, una antes y un después. Aquí refleja mucho de ella, la muerte de su padre, obligó a su madre a ponerse a trabajar para mantener a la familia. (58) Sylvia Plath estudió gracias a becas. (60) «… odio el tecnicolor».




Betsy, inocencia, Doreen, desenfadada, seductora, libre…

(67) «Empecé a pensar que, si el regalo merecía la pena, no me importaría el mal rato que había pasado, porque a resultas de eso me sentía muy pura», vuelta con los regalos, interesante. (69) Desilusión con señora Willard. (70) «Ya volvía a las andadas, fantaseando con un hombre que se enamoraría apasionadamente de mí a primera vista…». Tuvo una relación tormentosa con su marido Ted Hughes que la abandonó por una amiga, él fue mucho más que un compañero sentimental, también fue un compañero de creatividad. Su abandonó la causó un infinito dolor.

«Detesto pagar a nadie por algo que puedo hacer yo misma, me exaspera», detesta la dependencia. (74) Pasa mucho tiempo repitiendo conversaciones pasadas con Buddy, ¿por qué reescribimos conversaciones una y otra vez? «… pasaba apuros para mantener la cabeza fuera del agua». Vuelve a la belleza y a los hombres que se merece, dice, pág. 76, «No creía merecerlo. A fin de cuentas, yo no tenía ninguna tara, solo estudiaba demasiado y no sabía cuándo parar». (82) Gordo, por la medicación. (85) Idealización del parto. (86) «… siempre intentaba explicarme las cosas y abrirme nuevos horizontes», a veces acerca a Buddy otras lo alejan, una vez es su media alma, otras es un traidor que no es fiel a sus principios. (89) Buddy y la camarera. «A partir de entonces, algo se heló dentro de mí». (93) «… me extrañó no a ver pensado nunca antes que solo había conocido la felicidad pura hasta los 9 años», algo se le quedó enquistado tras la muerte de su padre, algo no la dejó avanzar. (101) «Me fijaba en un hombre intachable de lejos, pero en cuanto se acercaba, me daba cuenta en el acto de que no daba la talla», segundo punto de inflexión en la vida de la autora, ese hombre que idealizo, de principios intachables, que le fue infiel, pero es más que eso, quebró su confianza, dejo de ser su apoyo, lo repite a lo largo de la novela de diferentes foras pero igual sentido. (103) «Casarse y tener hijos era un lavado de cerebro y después ibas a tontada…», perdías lo que pasaba a tu alrededor. (105) Le deprime la Navidad, luz, color, alegría por doquier. (119) «Si alguien me hablaba o me miraba más… me saltarían las lágrimas». (121) Ensoñaciones. (122) «… me costaba más decidirme a hacer cualquier cosa». (129) Saltar al vacío. (139) Escribe novela. (144) «No puedo dormir. No puedo leer». (146) «No me había lavado el pelo en tres semanas, tampoco…». (153) Querer ser otra persona, quiere ser Elly, ¿por qué deseamos escapar de nuestra piel? Disociación, una necesidad de escapar de su propia piel y de la presión de la Esther perfecta, bella. (162) «… una gran sacudida me machacaba hasta que creí que se me romperían los huesos…» (163) «¿Cómo te encuentras? Bien —pero no era cierto. Me sentía morir». (179) «Cuando más desahuciado estabas, más te escondían». (192) Rechaza su cuerpo, sus piernas. (198) «Ay, Esther, ojalá cooperarás… ¿Prometes que serás buena?» Se me parte el alma leer esta frase y otras como esta de boca de la madre, «haremos como si todo hubiera sido una pesadilla», la madre ve la enfermedad de Esther como un fallo personal o un castigo para ella, tremendo e injusto, la soledad del enfermo mental. Y otra pregunta, ¿es bueno borrar el sufrimiento porque nos cueste digerirlo o por el qué dirán? Es estigma, la soledad del enfermo mental. (201) «… quise decirle que deseaba que mi cuerpo enfermara…», es mal fácil curar el cuerpo que el alma. La enfermedad mental es rechazada y estigmatizada, mientras que la física otorga una justificación. (204) debajo de la campana de cristal. (209) «… alguien le había advertido nada más llegar de lo estúpida que yo era», autoestima por los suelos. (221) mi madre era la peor de todas. (224) tratamiento de choque. (230) El desayuno no llega, le dijo que la avisara, qué tortura, llegará no llegará, «Usted dijo que me avisaría», doctora Nolan, eso no se hace, esa incertidumbre ¿cómo se gestiona? (239) «Me das ganas de vomitar, si quieres saberlo», ¿por qué es tan cruel?




            A lo largo de la lectura de grupo, hemos hablado de muchos temas que surgieron de estas frases y páginas señaladas. ¿Qué motivación encontró Joan para suicidarse? Esta pregunta unida a que un mes después de la publicación de la obra, la autora se suicidó, nos da una visión de la brecha tan grande que existía en su interior.




La campana de cristal de Sylvia Plath es una gran novela psicológica, que identifica con precisión los mecanismos de defensa, las heridas infantiles y la búsqueda de la identidad de Esther Greenwood y cómo la ausencia de sentido le lleva a la depresión. Un texto autobiográfico que habla de la psicología del trauma no resuelto. Ansiedad existencial. La muerte del padre, la traición del novio perfecto e intachable quiebran su confianza, junto con la sociedad que limita a las mujeres, esposa y madre, pero no escritora. El dolor de la incomprensión.

 

¡Feliz lectura!

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