El verano en el que mi madre tuvo los ojos verdes de Tatiana Tibuleac
Título El verano en el que
mi madre tuvo los ojos verdes
Autor Tatiana Tibuleac
Editorial Impedimenta
Editorial
Sinopsis
Aleksy aún recuerda el último
verano que pasó con su madre. Han transcurrido muchos años desde entonces,
pero, cuando su psiquiatra le recomienda revivir esa época como posible remedio
al bloqueo artístico que está sufriendo como pintor, Aleksy no tarda en
sumergirse en su memoria y vuelve a verse sacudido por las emociones que lo
asediaron cuando llegaron a aquel pueblecito vacacional francés: el rencor, la
tristeza, la rabia. ¿Cómo superar la desaparición de su hermana? ¿Cómo perdonar
a la madre que lo rechaza? ¿Cómo enfrentarse a la enfermedad que la está
consumiendo?
Este es el relato de un verano de
reconciliación, de tres meses en los que madre e hijo por fin bajan las armas,
empleados por la llegada de lo inevitable y por la necesidad de hacer las paces
entre sí y consigo mismos. Plena de emoción y crudeza, Tatiana Tîbuleac muestra
una intensísima fuerza narrativa en este brutal testimonio que conjuga el
resentimiento, la impotencia y la fragilidad de las relaciones maternofiliales.
Una poderosa novela que entrelaza la vida y la muerte en una apelación al amor
y al perdón. Uno de los grandes descubrimientos de la literatura europea
actual.
Opinión
«Envidiaba su capacidad para ignorar las cosas evidentes».
Los años y la experiencia que
acumulamos hace que nos demos cuenta de lo que tiene relevancia y lo que no, si
a eso le sumas que te quedan meses de vida, el valor se determina en lo que has
hecho y lo que no.
Es
la evolución más fascinante que haya leído en los últimos meses. Empezamos con
el odio de un adolescente hacia su madre y acabamos con el diario de un pintor
maduro que se reconcilia con ella. Una escritura terapéutica que le propone su
psiquiatra ante un bloqueo artístico. Pero es que tras ese bloqueo hay mucho
dolor encerrado, mucha herida abierta:
«Cuando tienes mucho dinero, a los enfermos psiquiátricos
se le llama excéntricos».
La
muerte de la hermana es el punto de inflexión en una vida marcada por los malos
tratos, «los ojos de mi madre lloraban hacia dentro», pero creo, que más
pronto que tarde, el padre de Alesky y Mika hubiese desencadenado el mismo
destino. Es una novela que habla de la fragilidad del ser humano, de la madre
que pierde su identidad y luego no puede afrontar el duelo y del hijo que se
queda sin el amor de una madre y con la ausencia de una hermana.
La
madre se sumerge en un duelo aislado y oscuro, privado de contacto y
sentimiento, es una mujer rota en miles de fragmentos que debe recomponerse, y
lo hace en silencio, sin ayuda, toma decisiones equivocadas sumida en ese dolor
insoportable, y sin pretenderlo arrastra a su hijo a un pozo. Porque Alesky también
tiene que superar el duelo de su hermana pequeña, su madre ha sido la guía, la
protección y el amor, su padre un borracho maltratador, y ahora se siente no solo
abandonado, también no querido.
Pero
Alesky entre tanto odio busca a su madre, si no fuera así, jamás hubiese
aceptado ir con ella al pueblo y perderse el viaje programado con sus amigos,
¿verdad que no lo intentó con el padre? Pudo hacerlo con los años, cuando se
presentó en la galería o haberle buscado. Lo contrario al amor no es el odio,
es la indiferencia, y él no lo es, se fija en como viste, en cómo se peina, en
lo que dicen los demás de ella, en como la tratan y la ven, se preocupa cuando
sube a la escalera, pero lo enmascara. Siempre hay tiempo para la reconciliación.
A veces odiamos
al otro porque no está cuando lo necesitamos, no porque hayamos dejado de
quererlo, también odiamos cuando no recibimos el consuelo que necesitamos o
escuchamos la palabra de aliento que buscamos, creemos o pensamos que si el
otro nos ama como lo hacemos nosotros, debe saber en todo momento lo que
necesitamos para aliviarnos. Se puede lidiar con estos sentimientos, que no
trasciendan, siempre y cuando no se prolonguen o se enquisten, nuestro afecto se
mantendrá intacto.
“Odiamos a alguien cuando realmente queremos amarle, pero
que no podemos amar. Tal vez él mismo no lo permite. El odio es una forma
disfrazada de amor.”
Sri Chinmoy
Bajo los pies de Alesky se abre un abismo de
dolor y soledad infranqueable, es muy pequeño para saber solventarle y debe
aprender a vivir con él, pero no es fácil llevar esa carga, se deja llevar por
la violencia explosiva como válvula de escape.
«¿Por qué no había de morirse antes mi madre?».
Cada frase sobre los ojos de su madre es la
evolución de esta relación tan tormentosa, de ser un despropósito, a, los
ojos de mi madre eran brotes de esperanza, para él, la luz a final de ese túnel,
el perdón tan necesario.
El verano en el que mi madre tuvo los ojos verdes
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