Feria de Ana Iris Simón
Título Feria
Autor Ana Iris Simón
Editorial Círculo de Tiza
Sinopsis
«Tendré que llevarte al cerro de
la Virgen y tendré que decirte que eso es La Mancha y que es de esa tierra
naranja de dónde venimos, que ese manto de esparto que no acaba nunca es lo que
eres. Tendré que explicarte lo que es un Pueblo y sabrás que el nuestro está
atravesado por tres realidades: la ausencia total de relieve, el Quijote y el
viento. Tendré que recordarte que eres nieto de familia postal, bisnieto de
campesinos y feriantes, tataranieto de carabinero exiliado y de quincallera, y
que sientas entonces que eres heredero de una raza mítica».
Ana Iris creció escuchando a sus
abuelos el relato de dos mundos que se desvanecen. Unos, feriantes, quejándose
de que cada vez tenían más trampas y menos perras, porque a medida que la vida
se convertía en una feria —la de las vanidades—, la auténtica feria dejaba de
tener sentido. Los otros abuelos, campesinos, le transmitieron el arraigo
mágico de la tierra. Y fue ese abuelo el que la llevó un día a un almendro y le
dijo que lo había plantado él, así que pa ella era su sombra.
Feria es una oda salvaje a una
España que ya no existe, que ya no es. La que cabía en la foto que llevaba su
abuelo en la cartera con un gitano a un lado y al otro un Guardia Civil. Un
relato deslenguado y directo de un tiempo no tan lejano en el que importaba más
que los niños disfrutaran tirando petardos que el susto que se llevasen los
perros. También es una advertencia de que la infancia rural, además de respirar
aire puro, es conocer la ubicación del puticlub y reírse con el tonto del
pueblo. Un repaso a las grietas de la modernidad y una invitación a volver a
mirar lo sagrado del mundo: la tradición, la estirpe, el habla, el territorio.
Y a no olvidar que lo único que nos sostiene es, al fin, la memoria.
Opinión
Quería tener hijos no por ser madre, sino por hacerle a él abuelo y a mi abuelo bisabuelo, por devolverle lo que me habían dado, la vida y el amor.
Lo llaman el libro de la
discordia, cuando yo lo leí, al poco de escuchar su presentación en el programa
de Carlos Herrera, me quedó el poso de una mujer que creció rodeada de familia,
que observó de cerca las conversaciones de los mayores cogiendo de aquí y de
allá retazos de una España que cambiaba a grandes pasos, las ferias ya no son
lo que eran, ni las familias ni la infancia, y esto no creo que nadie lo discuta, son sus recuerdos y
vivencias.
Un libro que habla sobre la familia, la suya por supuesta, porque parece que cuando uno habla de su familia tiene que ser fiel reflejo de muchas y no es así. En algunos detalles se pareció a la mía, uno divertido que compartimos. Mi abuelo paterno hizo un montaje fotográfico con un evento familiar donde estuvimos todos, como faltaba mi abuela María que falleció veinte años antes, fue a una tienda de fotografía y pidió que la incluyesen. Hasta aquí podíamos decir que tiene algo de romántico sino fuese porque en vida no la tuvo consideración, pero lo delirante de la foto es que colocó la imagen de mi abuela María sobre la de su segunda esposa, Carmen. La enmarcó y la colocó en el mueble del salón a la vista de todos, incluso de Carmen. Es un libro que narra sus correrías infantiles, los vínculos con sus primos, aquí tengo una punzada de envidia, mi familia formada por hijos únicos no da para grandes fiestorros. Habla de abuelos, del amor a los suyo y el apego a todos ellos.
«Me da envidia la vida que tenía mi padre a mi edad».
Y
esta frase me pareció curiosa porque en mi casa la he oído alguna vez. Yo
creo que vivíais con menos estrés, le decía a mi padre, y él con su
infinita tolerancia y comprensión me miraba y me preguntaba, ¿de verdad lo
crees? Entonces me sonreía y yo pensaba en su vida, que nació antes de la
guerra civil española, creció en la posguerra, sufrió polio, llegó la dictadura,
la transición y cuatro cánceres diferentes, meneaba negando con la cabeza;
ahora no está y no puedo retomar esta conversación y decirle, sí, vivimos
peor o caminamos hacia un futuro más incierto que nuestro pasado más cercano,
estoy segura. Llevamos unos años donde hemos retrocedido tanto que me da miedo
mirar hacia el futuro, porque pienso que los grandes perdedores no somos
nosotros, son nuestros hijos. Nos repiten que somos más libres que nuestros
padres, no sé que decir, sinceramente no sé que decir.
Que
esta novela tiene la visión del mundo según Ana Iris Simón, pues claro, y se
parecería en muchas cosas a mi biografía, salvando la diferencia de edad,
porque mis circunstancias fueron otras. Lo primero mis abuelos, uno era militar
de carrera y otro mecánico, uno fue a la guerra convencido, al otro le pusieron
el fusil en la mano y desertó, en mi casa no se hablaba de política, pero
tampoco de religión ni de fútbol, porque hasta en esto había diferencias
irreconciliables. Cada una de nosotros creció con en una ideología que se ve
reflejada en la narración de sus vidas, en mi casa había un pie en el
socialismo y otro en la derecha, yo crecí escuchando estos debates y enfrentamientos, unos se
acaloraban hasta que la vena se les marcaba y mi padre fiel a sus ideas
escuchaba con tolerancia, ya tuve suficiente violencia y no es el camino,
decía, por lo menos el mío no lo es, el de otros, seguro, por los intereses.
Y
sí, Ana Iris Simón añora la vida del pasado, este presente no le gusta, porque hay
en ella cierta frustración a no poder ser madre, «con diez años tuve que
ponerme a vendimiar», dice el padre, ella responde, «pero tú por lo
menos pudiste tener hijos». Para mí es una respuesta desequilibrada, me
resulta gravísimo que cualquier niño con esa edad tenga que trabajar, pero en
el pensamiento de Ana Iris prima el dolor de no ser madre. No podemos perder de vista que estamos leyendo
los pensamientos reales de una mujer, sus inquietudes, sus deseos, que pueden
no ser los míos, ni los tuyos, pero son los de ella, respetable. Yo no tuve
prisa por ser madre, antes quería ver el mundo, disfrutar de la vida, de mi carrera profesional y construir
una buena base. No tuve prisa, una vez que llegaron, se convirtieron en mi
prioridad más absoluta, y ante esa frase que dice, los hijos se deban adaptar a
tu vida, en mi caso no fue así, y no me arrepiento ni un segundo. Y a mí se me ha criticado por esperar, se me ha tachado de esmeril, me decían, pero era mí decisión y no era el momento.
Y
sí, quizá Feria se ha utilizado por muchos columnistas de "extremo centro" para
algo más, pero para mí fueron las vivencias infantiles de Ana Iris Simón, su emociones
y memorias escritas durante la pandemia que asoló el mundo, porque en esos
momentos muchos nos cuestionamos nuestro presente de acuerdo con las decisiones
tomadas y las que no.
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