Cazar leones en Escocia de Cruz Sánchez de Lara
Título Cazar leones en Escocia
Autor Cruz Sánchez de Lara
Editorial Espasa
Sinopsis
Un elogio de la felicidad y del amor sin condiciones.
Han pasado seis meses desde la
muerte de mi madre. No he sido capaz de afrontarla hasta que un desconocido ha
aparecido en mi vida de una manera sorprendente, apremiándome para que resuelva
los asuntos pendientes. He de aceptar una herencia que, aunque resolverá mi
vida, me atará definitivamente a la de mi familia. No estoy segura de que sea
eso lo que quiero: perder mi independencia. Además, no es algo simple, nada de
firmar unos papeles en el notario, no. Primero he de instalarme en su casa
durante tres meses y seguir las instrucciones que me ha dejado en seis cartas.
¿Por qué tanto misterio? ¿Quién es este Paul Dombasle que, también fallecido,
me ha traído hasta París para hacerme un regalo extremadamente valioso? ¿Y mi
madre? ¿Quién era realmente mi madre?
Con estas preguntas comienza para
Miranda Herrera un camino lleno de misterio, descubrimiento, peligro y «días
rojos» —esos en los que de repente tenemos miedo y no sabemos por qué—, que la
llevará, a través de las extraordinarias vidas de su madre y de su abuela, al
amor sin ataduras ni convenciones que tantos se empeñan en negar.
Cazar leones en Escocia es un elogio de la
maternidad, la felicidad y el amor sin condiciones que dos generaciones de
mujeres se atrevieron a sentir contra viento y marea en un tiempo y un lugar
lleno de prohibiciones y etiquetas.
Opinión
Una lectura que tras acabarla
requiere su tiempo, porque tengo sensaciones encontradas, Cata Arce o Silvana o Miranda. Esta última no me gusta, es una pija egoísta que no aprovecha la vida, lo que tiene. Y como todas las personas descubre el sentido de esta cuando tiene una necesidad, una carencia, y en su caso es el afecto, la vida cambia cuando no puedes llamar a tu madre.
Y aquí viene uno de esas reflexiones que me producen ciertas lecturas. ¿Cuál será el éxito de esta novela? No creo que la extensión de las novelas sea la clave del éxito, ¿la trama? tampoco, es más que la historia de tres mujeres; entonces, ¿las frases? Sí, esto será lo más mencionado. La primera frase, es relevante, aunque hay novelas que se reconocen con las primeras palabras, podría recordar una que seguro has tenido en mente, El Quijote, pero no, de acuerdo con mi lectura me viene otra, Todas las familias dichosas se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera, inconfundible, Anna Karenina de Tolstoi. Así que creo, que la primera frase de esta novela da cierta clave a la obra. ¿Cómo comienza la novela de Cruz Sánchez? «Tu madre siempre fue un cuadro de Twombly. Tenía razón sobre la vida. Lo descubrí tarde. Paul». Este pintor nada tenía que ver con lo que se esperaba de un artista y su obra en aquel tiempo y por supuesto, cuando alguien nada contra corriente no lo tiene fácil. Y tras terminar la novela dejo la lectura unos días que se aposente, que las ideas se recoloquen y tome forma en mi cabeza, que seguro nada o poco tiene que ver con lo que mis compañeros de lectura encuentren en ella o la propia autora quiso decir. Porque, sin ninguna duda, una de las cosas más fascinantes que tiene la literatura, es que cuando la obra abandona las manos del escritor son propiedad del lector. Silvana es un ser egoísta, manipulador, aunque nos intenta ofrecer otra apariencia dentro de la obra, se le da un gran peso, de guía, de consejeroa en la vida de Cata, que me despierta ternura es una mujer que no superó un duelo y busca afecto.
Y
en ese comienzo de novela, y valorando el final de la misma, puede señalar que
Cata Arce no es una mujer convencional. Y como es una novela escrita con frases
reflexivas de estas que se marcan,
vamos con la primera, «yo habría hecho cualquier cosa por seguir pegado a
ella», cuánta carencia de afecto ahí en estas líneas. Y leyendo esta frase suelta nos parece carente de sentido profundo,
pero si os dijera que Silvana es su suegra y se convirtió en su referencia
vital, que Cata con sus veintitrés años tenía un fuerte sentido de orfandad y soportaba un duelo no resuelto —yo
lo tuvo con cuarenta y cinco, no es una crítica negativa solo un matiz de su
perfil—, pero también baja autoestima e inmadurez, y habría hecho
cualquier cosa para estar junto a ella, día y noche, como por ejemplo, casarse
con su hijo Ciro de cuarenta y cinco años, que lo describe como un ser pusilánime,
con una vida licenciosa y una bisexualidad clara. «Ella me acogió como una
hija y lo puso fácil para que Ciro no tuviera que hacer mucho».
Y
en medio de toda esta historia que relata Cata y Paul en cartas, notas y
cuadros, descubrimos cómo fue la infancia de Miranda, y de su propia voz, como
es su presente.
«Nos queremos extrañándonos».
Ese
es un amor idealizado, se ama a la persona ausente porque pules los defectos y suavizas
los sinsabores de los malos momentos, dejando en la memoria una idea retocada y
modificada cada vez que se recuerdan los encuentros. Desolador.
«No quería vivir como todas las personas que se supone debería
tener como referencia».
Renunciar a las raíces no es sencillo, pierdes la
perspectiva de quiénes somos y por qué somos de esta manera y no de otra. No
sentirse cómodo con el reflejo que han proyectado sobre ti tus progenitores desestabiliza.
Y ese es el problema de Miranda, «Todos necesitamos que nos quieran, pero no
a cualquier precio». Y si Miranda se lio con una figura narcisista como
Gadea, un ser mediocre y egoísta, fue por su ausencia de afecto. En pos de un
afecto idílico o seguro. Sobre este tema Cata dice de su propia hija, «llegaba
triste porque su compañera de pupitre no quería ser su amiga. Así creció. Continuamente
en pos de lo que no podía ser». Los niños son seres puros, con los
instintos básicos a flor de piel, y el ser humano por excelencia es un ser
sociable, los niños necesitan ser amigos de los que forman su círculo más
cercano, como la compañera de pupitre. Venimos al mundo programados para
relacionarnos y responder al entorno. La amistad es uno de los aspectos más
importantes de la infancia. Así que Cata, amiga mía, no fue negativa su respuesta, fue
natural.
No
he comulgado con Cata en todas sus decisiones, pero qué fácil es juzgar, Miranda, la veo perdida dentro de sí misma.
También Cata veía perdida a Miranda, por eso planea un testamento que
enfrentará a su hija con la vida. «Miranda no ha vivido nada parecido. Tiene
que hacerlo. Primero en nuestra historia y luego en la suya». Y en esta
frase volvería a reflexionar sobre la historia de amor de Cata y Paul con
varias frases de la página 83, «Yo necesitaba verle como un actor en una película
romántica en blanco y negro». No le gustaba la realidad que suponía vivir
ese amor sin la idealización, un divorcio, cuatro hijos y todos los problemas
que esto conlleva.
Y es una novela con muchas lecturas, con una valoración final de una vida, decisiones y relaciones que no llevaron a ningún lado, como el matrimonio con Martín. Una lectura intensa sobre la vida de tres mujeres y los hombres que la acompañaron.
Gracias a Pepa locura de libros y a mis compañeras del Club de lectura locura de libros.
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