Trilogía de Copenhague de Tove Ditlevsen
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Sinopsis
Considerada “una obra maestra”
por The Guardian, Trilogía de Copenhague reúne en un solo
volumen Infancia, Juventud y Dependencia, los tres libros
fundamentales de Tove Ditlevsen, aclamada como una de las voces más importantes
y singulares de la literatura danesa del siglo XX. Una obra valiente y honesta
que supone un ejercicio pionero en el campo de la escritura confesional y que
explora temas como la familia, el sexo, la maternidad, la adicción y las
dificultades para ser artista como mujer.
Durante su vida, Ditlevsen tuvo que lidiar con la tensión entre su vocación
como escritora y sus roles como hija, esposa y madre, así como su condición de
adicta, lo que llevó a escribir sobre la experiencia y la identidad femeninas
de una manera adelantada a su tiempo, que conecta con la actualidad y las
discusiones en torno al feminismo.
Opinión
«Detesto los cambios. Es complicado seguir de una pieza
cuando las cosas que te rodean cambian de cara»
Una de las poetisas danesas más conocidas y singulares, pero para mí desconocida. Esta obra recoge las memorias que escribió Tove a lo largo de su vida, tres escritos: Infancia, Juventud y Dependencia. Sobrecoge el final, cuando narra como oculta su adición a Víctor, sobre todo porque tras terminar, leí, cuándo y cómo murió. Un ejercicio personal que no debió ser fácil de escribir, explorar cada detalle de la vida de uno mismo, reconocer sus adicciones, sus errores personales y sus malas decisiones, ser consciente de dónde viene el desequilibrio emocional que carga, un ejercicio complicado que narra sin maquillar. Esta frase es la clave de una madurez carente de afecto o en busca de él: «La relación con mi madre es estrecha, dolorosa y trémula, siempre debo andar buscando algún indicio de amor. Todo lo que hago lo hago para complacerla, para hacerla sonreír, para aplacar su furia». «Las personas que tienen una infancia visible, se llaman niños; se les puede tratar como a uno le venga en gana porque no hay nada que temer de ellas. No disponen de armas ni caretas».
Sufrió
acoso escolar.
«Los adultos dicen que tuvieron una infancia feliz. Yo lo
que creo es que han logrado olvidarla».
En
esto hay parte de verdad, con el paso de los años se suele suavizar las
aristas, ajustar esos recuerdos a una infancia feliz, para tener una
adolescencia y, sobre todo una madurez equilibrada, el problema es cuando esas heridas,
esas aristas siguen lacerando, y terminan parcheándose y ahogándose en alcohol
y drogas.
Tove
es una mujer sensible que da pequeños detalles sobre las personas que se
cruzaron en su camino, cuenta sobre la madre y la hija de la pensión, «los domingos
desfilan por delante del asilo para inválidos de Gronmingen y al ver a los
tullidos les mejora el humor». No es de malas personas, sí mediocres,
sienten alivio, porque no les ha sucedido a ellas, dos mujeres con una vida
vacía, con la autoestima baja, que no encuentra más felicidad que en el dolor
ajeno porque a ellos no les sucedió.
Al
final, en la juventud, esa libertad y felicidad que iba a lograr cuando se
alejase de la casa de sus padres no la encuentra y escribe, «recuerdo con
pena mi infancia variada y repleta de aventura». Las personas sensibles
terminan encerrándose, «Me había vuelto muy vulnerable y no quería exponerme
a más decepciones».
Y vamos leyendo, y vamos descubriendo como las
heridas que no se curar, las conversaciones que no se tiene, las situaciones no
resueltas, son piedras que nos anclan e hunden. Muy recomendable.
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