La sal Sibila Freijo

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Sinopsis

 

Creo que siempre esperé la muerte de mi padre como la prueba definitiva para comprobar si le quería o no. Porque, en el fondo, no me perdoné nunca el quererle. Tampoco me perdonaba el no quererle.

Solo sabía que cuando él muriera, yo, probablemente, podría empezar a quererle en paz.

Nacida a principios de los años setenta, Sibila, la autora de esta novela y la protagonista de esta historia, es una “niña nadie”, como muchos de los hijos de aquella generación de padres “progres” y ateos. Una cría infeliz, a menudo maltratada, que crece a la intemperie entre un padre dominante y alcohólico, pero también culto y sensible, y una madre ausente.

Pasados ya los cuarenta y a raíz del inesperado dolor por la muerte del padre, la autora va desgranando su complicada relación con él, desde su niñez a la vida adulta, en lo que quiere ser un ejercicio sobre las infancias perdidas, lo absurdo y vital de los lazos familiares y la necesidad de querer y ser queridos.

La sal es, además, la cronología de una muerte vivida en primera persona. Una mirada sobre el duelo, la pérdida y el desconcierto de una hija que únicamente hace una cosa por su padre: acompañarle en su muerte. Perdonarle cuando ya es tarde.

En la novela también se habla del milagro de esas personas que nos “salvan” del desamparo, con un fresco familiar repleto de humor y ternura que llena sus páginas de personajes inolvidables que marcan la vida de la protagonista, como también lo hacen el cine, la literatura…

En suma, La sal es una reflexión sobre la felicidad perdida, lo inevitable de los lazos familiares y el poder del perdón y del amor.

 

 


Opinión

 

«Me gusta regodearme en los recuerdos malos de mi infancia… No por sufrir, sino porque son los que tengo. Ahora…, los veo menos dramáticos»

 

Esta obra es un ejercicio durísimo de reconciliación. Entender el pasado. ¿Por qué un padre obró de tal modo u otro? Conocerle un poco mejor, la infancia, quién fue él antes de ser padre, por qué bebía, ayudará a comprender, a perdonar, que no es lo mismo que justificar, pero a través del perdón se abre la puerta que libera peso.

                Desde niños normalizamos situaciones, no somos conscientes de las carencias hasta que crecemos, y sí, por desgracia algo de todo eso se nos impregna en la personalidad. Sibilina no se cree una niña valiosa, merecedora amor ni reconocimiento. Mi padre decía que la vida era amable y que siempre de alguna forma compensaba, no igualaba, pero dulcificaba de alguna forma. De los momentos de Sibila que más me hace creer en esa idea es la historia de la hamburguesa y su abuela. Personas que vienen a salvarnos en momentos claves, como su marido D y sus hijos, escuchad el encuentro integro en el canal de YouTube de Pepa que Locura de Libros.

                Hay cientos de frases señaladas que animan a reflexionar sobre la importancia de la infancia y los padres, uno de los pilares de nuestra vida. Es durísimo abrir estas puertas de la mente, cerrada a cal y canto desde hace años, porque según abres, espérate lo inesperado, recuerdos olvidados, momentos incómodos y te crees a salvo porque hay años entre medias, más de media vida, ya no eres un niño, eres un adulto, pero vuelven las emociones de golpe como si hubiese regresado al pasado, vuelves a ser niño, un verdadero viaje en el tiempo. Sibila encontró este momento de reconciliación, no vale cualquiera, hay que estar “casi” preparado, entre comillo la palabra porque nunca sabes lo que vas a encontrar, crees que sí, pero te garantizo que no. Y me gusta esa reconciliación, ese acercamiento. Hay mujeres que hicieron la mitad de ese recorrido, pero nunca pudieron acercarse al padre que durante quince años las violó, lograron perdonarles, por su bien, pero se negaron a acudir cuando les avisaron de que se morían, ¿es reprimible?

 

Gracias Pepa Locura de libros por la recomendación.














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