Mala praxis de Miguel Ángel Esteban Bistué
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Opinión
«Le pedimos poco a la vida y hasta eso nos niega.
Pero ¿qué nos niega en ese momento?»
En algún momento de nuestra vida
tenemos un episodio como el que vive Adrián, de reconsideración de nuestra
existencia, siempre causado por algo que rompe el control de ella o provoca un
cambio. La inseguridad y las dudas nos asaltan, más cuando aquello que
priorizas en ella, es la parte afectada. Te sientes insatisfecho, te has
sacrificado por algo, que ahora se te niega y te genera una sensación de abatimiento,
pero ¿qué se te niega?
«En mi vida no existirá la paz. Siempre viviré pendiente
de todo asegurar la felicidad del resto del mundo»
No se pude renunciar a todo por
la felicidad de otros, aunque estos sean nuestros hijos, esto no nos convierte
en los mejores padres, que no es el propósito de Adrián, ser el mejor padre, es
lo que piensa que se exige de un buen padre, renunciar a todo por los hijos.
Hacer esto, a la larga, nos sume en una soledad personal, un vacío que nos
devora por dentro. «Amar mata. Y en esta casa amamos sin contención. Con
dolor. Un dolor que cubre todo mi ser ajora mismo».
Una
de las reflexiones que atormenta a Adrián, de esos pensamientos que empieza
siendo casual y pasajero, sin trascendencia, pero termina anidando, castigando generando
un malestar que atormenta. Un día le pregunta a su mujer, «¿Se quiere a los
hijos por igual?» A los hijos se les quiere mucho, muchísimo, un a mor
diferente a todos los conocidos, más poderoso, pero no se demuestra igual. Y me
diréis, perdona yo lo demuestro por igual, ¿cuántos álbumes de fotos tenéis del
primero y cuantos del segundo? Esto lo ven nuestros hijos, ¿no me digáis qué no os han preguntado por qué mi hermano tiene más fotos que yo?, sabemos que
aquí entrar muchas variables que nada tiene que ver con el amor. Este debate o reflexión interna nos deja el autor.
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