Los elegidos de Nando López

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Sinopsis

 

Asun y Santos se conocen una noche de enero de 1950 en un tablao en el que ella trabaja cantando coplas. De ese encuentro nace una relación que pronto los convertirá en matrimonio. Santos es un joven bibliotecario del Ateneo de Madrid y dirige un grupo de teatro en la universidad; ella deja los escenarios para dedicarse a la casa y a atender a los jóvenes estudiantes a quienes tienen alquilada una habitación. Tras esa fachada de pareja convencional se esconde una realidad distinta: Santos se casó con Asun para aparentar ser un «hombre de bien»; porque nadie puede saber la verdad.

La llegada de dos nuevos inquilinos y los ensayos de una obra de teatro que Santos estrenará en el marco del Primer Congreso Universitario de Escritores Jóvenes, organizado por gente afín al clandestino Partido Comunista, provocarán una revolución en la vida de la pareja que lo cambiará todo.

Una historia de amor, amistad y lucha nada convencional.

 

Opinión

 

«Humillarse solo sirve para perder la dignidad»

 

Vagos, maleantes y peligrosos, en ese saco se metían homosexuales, bisexuales y todo «invertido» como también fueron etiquetados, que con sus actos desviados cometían un grave delito, triste, indignante y aberrante el trato recibido. Si esto nos parece inhumano, la homosexualidad se consideraba una enfermedad mental, como cualquier enfermedad con el debido tratamiento era posible corregirla. En 1978 la ley de peligrosidad se derogó. En 1973 la Asociación Americana de Psiquiatría, elimina la homosexualidad como enfermedad mental, pero hasta 1990 la OMS no la retiró de la lista, sin embargo, continuaron las “terapias” para corregir el problema hasta que, en el 2000, Fernando Chacón firmó una declaración donde pone: «No hay evidencias científicas…». Por desgracia, me he encontrado con personas que lo siguen viendo como una enfermedad. Y este hilo es el que más me gusta de la historia, «… por una vez, quería saber cómo cambiaba el placer cuando tenía lugar en un espacio propio».

                El miedo que ata a los personajes, no se pierde, porque las paredes oyen, porque el vecindario sabe, porque la calle siempre está alerta, porque hay demasiados ojos atentos; porque delatar amparados en el anonimato hacía que estuvieran dentro del grupo. ¿Cómo se podía vivir así? Mi padre me decía, lo mejor es ser invisible.

                El contexto histórico y la ambientación de esta obra me mantuvo enganchada, la jornada poética de 1954, estreno de películas, los libros prohibidos, el teatro… Es una novela cruda, con una documentación bárbara. Pero hay un detalle que no me terminó de gustar, quizá porque en las últimas novelas que he leído de la posguerra española se repite, los abusos sexuales que sufre Santos en el colegio de curas, no puedo expresarme mejor, me gusta este tipo de denuncias, no se debe consentir ni dejar de hablar, pero no meterlo en todas las historias, aquí me inquieta. Otro punto es la idea repetida, de lo difícil que lo tiene Santos para sus encuentros, cada pocas páginas volvemos a la misma idea.

 

 

Una lectura interesante.