Desayunos literarios. Doce meses, doce razones…

 

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Estos no los organiza ninguna editorial, ni autor, ni nadie de publicidad, podríamos decir que empezó hace mucho tiempo como una terapia fuera de cuatro paredes que se asociaban con malos recuerdos. Reunirse en una cafetería, tomar un café, un bollo y hablar de libros y lo que surja de ellos, es la mejor medicina para la soledad y la tristeza. Se busca el desarrollo cultural, sí, pero, sobre todo, el social. No hay fotos de grupo ni etiquetas en las redes, solo yo, creo que lo hago por historias «Hoy hablaré de este libro», más o menos suelo poner eso, lo hago para animar a la lectura, que para eso abrí mi perfil.

           



             No nos juntamos a comentar una misma lectura, cada una de nosotras lleva la suya, la que ha terminado o está leyendo. Depende del momento vital que vivamos, sabemos lo que más nos apetece, risa, romántica, histórica…  La lectura tiene un poderoso poder analgésico, siempre y cuando no sea impuesta y sujeta a tiempos, así no funciona. Al elegirla uno mismo, tras algunas páginas leídas, si surge el vínculo con la lectura, asumo que esa lectura tiene un sentido para la lectora y es válido para el resto. Se trata de escuchar.





                Los libros abren heridas y hay que dejar que esa corriente salga, por eso digo que se empieza hablando de libros y se acaba en duelos mal resueltos, miedos, remordimientos y culpas. Los personajes de tinta y papel sirven para identificarnos en esas situaciones que hemos vivido y no supimos resolver, en pensamientos, sentimientos que no dimos voz, y con esa perspectiva, en la distancia y la seguridad que da un libro, porque cuando incomoda se cierra hasta que estemos recuperados, podemos aprender de ellos.




                La lectura puede enseñarnos el camino o darnos un sentido de vida, nos puede ayudar y proporcionar seguridad y confianza.

 

¡Feliz lectura!

 

 

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