Adolescencia. Para Navidad…

 


 

 

¡Bendita adolescencia!

 

Nos sabemos la teoría, pero nadie nos prepara para la práctica. Los padres tenemos que entender a nuestros adolescentes, como si fuese tan sencillo. ¿Cuántas horas hablamos los padres de adolescentes de la adolescencia? Miles de horas hablando de ello para quitar hierro al asunto, normal, normal, normal, lo que más se escucha a lo largo de esas horas de conversación. La adolescencia es un camino pedregoso, lleno de desfiladeros, barrancos y abismos. Paciencia, es la etapa del cambio físico, psíquico y social, paciencia, paciencia, paciencia, esa es la clave, PACIENCIA. «Soy madre de dos adolescentes e intento no morir en el intento», eso voy a imprimir en una camiseta para que los demás, sin necesidad de explicar, entiendan mi cara demacrada y mis pronunciadas ojeras. 

                No hace mucho en una reunión de grupo, una amiga puso un ejemplo que yo en algún momento de mi vida he usado, antes de tener dos adolescentes en casa, la experiencia siempre es un grado. En un momento de la conversación dijo, «no podemos bombardear a nuestros adolescentes con preguntas como si fuese un interrogatorio, hay que dejarles espacio y tiempo para que ellos hablen». Hasta aquí, nada que aportar, terriblemente de acuerdo ante esa sensación que envuelve a los padres de los adolescentes de vivir en el desconocimiento total y pintar menos que un cero a la izquierda, hace unos días lo teníamos todo bajo control, atado y seguro, ¿qué ha pasado? Isabel añade, «¿vosotros bombardeáis de preguntas a los amigos ?». Aquí levanté la mano en un movimiento involuntario, «Vamos a ver. Si me siento en una mesa a comer con una amiga y se planta la Tablet delante para ver vídeos de YouTube, si pide que le lleve en coche a un determinado lugar y lo primero que hace es ponerse los cascos para evitar cualquier tipo de conversación, paro y la dejo en el arcén». A una amiga no se la acribilla a preguntas, pero tampoco se le consiente faltas de respeto.  Al adolescente se le exige respeto, no se nos olvide, el mismo que le ofrecemos nosotros, los límites son importantísimos para ellos. Tan malo es preguntar en exceso, como no hacerlo. Preguntar, dónde vas, no es control, si pasa algo por dónde empezar, a qué hora vendrás, si no llegas a esa hora, con un margen razonable, empezaré a preocuparme. A veces pienso que con el tema de la adolescencia estamos en una corriente de pensamiento dicotómico, o blanco o negro, no se tiene en cuenta los grises, los puntos intermedios, los matices. 

                NADA de hablarnos con malos modos, ni desprecio, el respeto es fundamental, hoy se está olvidando. ¿Qué tal el día? ¿Cómo te lo has pasado en la fiesta? No son preguntas de un interrogatorio, los padres somos padres, protegemos, velamos y cuidamos, no se trata de ser autoritarios, no, hay que darles autonomía y libertad. Somos padres responsables, y aunque pensemos que no, nuestros chicos lo agradecen, estamos cerca, pero les damos su espacio. Ellos siempre estiran esos límites, los ponen a prueba, intentan negociar, nosotros podemos aceptar o no los cambios propuestos, y siempre se razonan, porque sí o porque no, la seguridad de ellos reside en estar dentro de esos límites. 

                Ser padres de adolescentes es caminar con cuidado, confiando en que lo haremos lo mejor posible, que lo que aprendemos de uno no es bueno para el otro, no se puede andar con una venda en los ojos y parece que los adolescentes son piezas de cristal, no se les puede preguntar, no se les puede exigir, no se les puede…, perfectos tiranos estamos creando. Se nos ha metido en la cabeza que un traspié y creamos un trauma, para llegar a eso, no se trata de un error o fallo, sino de muchos, o uno verdaderamente brutal. 


Os dejo cuatro lecturas, que hablan de esta etapa tan compleja, muy diferentes entre ellas, yo no trabajo con una única corriente, eso no me gusta NADA. 

   

¡Feliz lectura!   



#Lasmujeresylosniñosprimero

#AlinaGrabowski

Traducción #PabloSauras

Edita #Alba


«No recuerdo quién contó la historia ni lo que quería… hacerme sentir contándomela»

 

Me ha fascinado la estructura de esta novela. La muerte de Lucy Anderson es el punto de unión de la historia de estas diez mujeres, Jane la estudiante que se lía con su profesor; Natalia que regresa al hogar; Layla, que pierde la ilusión por el trabajo; Mona, que estrecha el círculo con dos de ellas y a la vez tiene su carrusel de frustraciones propias; Marina, la amiga que mantiene la cordura; Olivia, que cargará siempre con una mala decisión; Rae, ¿dónde quedaron las esperanzas?; Maureen, los monstruos que silenciamos; Sophia, aprender a gestionar las injusticias «A Lucy no le dedicaron ningún cartel así»; Brynn, el vacío.





#AnnieJohn

#JamaicaKincaid

Traducción #HéctorSilvaMíguez

Edita #Lumen

 

«Y entonces inicié una nueva serie de traiciones a personas y cosas por los que minutos antes había jurado estar dispuesta a morir»

 

Fascinante lectura, ¿a quién os suena la frase de arriba?, ¿no es la descripción de los adolescentes? Me ha gustado muchísimo estar dentro de la cabeza de Annie John en esta etapa tan complicado como es la adolescencia. Se ve tan bien esa brecha de distanciamiento que se abre entre padres e hijos, bravo por Jamaica Kincaid y su maestría.




 



#Unlobodentro

#PedroMañas

Edita #NubedeTinta

 

Todos tenemos un lobo dentro y dependiendo de cómo lo alimentemos, así crecerá, aunque no siempre lo tenemos tan sencillo y las circunstancias y el resto de las personas nos empujan. Eso le sucede a Jacob, un adolescente que sufre acoso escolar. Una maravillosa lectura que nos recuerda que todos somos víctimas y verdugo o monstruo, que miramos a otro lado ante las injusticias por pertenecer al grupo o actuamos por pertenecer infringiendo dolor a otros.






 

#Deniñaheridaamujersalvaje

#SaraSarmiento

Edita #Grijalbo

 

Todo suma, los traumas no resueltos, las relaciones nocivas, las decisiones erróneas…, y antes o después tenemos que parar y resolver, nada se resuelve por sí solo, o muy pocas cosas lo hacen. Cuando algo nos duele, nos protegemos, nos enconchamos y sin darnos cuentas modificamos nuestra forma de ser para que ese dolor no vuelva a sacudirnos, así que… curemos a esa niña que habita en nosotras, para que las mujeres que hoy somos vivan sin miedo al dolor. Solo tenemos una vida.   


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