Yo que nunca supe de los hombres de Jacqueline Harpman
Hi
#Yoquenuncasupedeloshombres
#JacquelineHarpeman
Traducción #AliciaMartorrel
Edita #AlianzaEditorial
Sinopsis
En un futuro cercano, en un planeta irreconocible, cuarenta mujeres son
mantenidas en una jaula custodiada por silenciosos hombres uniformados. La más
joven de ellas, la única que no recuerda cómo era el mundo antes de la
catástrofe, narra este relato inquietante y se pregunta sobre lo que nos hace
humanos. Mientras, va descubriendo las emociones esenciales: la nostalgia, el
amor, la amistad y la muerte. Los años pasan en esa cárcel subterránea hasta
que un día los guardias desaparecen, y las mujeres consiguen salir al exterior.
Entonces comenzará una errancia en busca de sentido por una tierra baldía, en
un mundo sin pasado ni futuro.
Impresiones
Voy a empezar por la aclaración.
Me costó horrores esta novela, me planté al llegar al 81%, muy recomendada, muy
alta calificación en las redes sociales, pero a mí me desconcertó sobremanera.
He leído su biografía, leo que fue psicoanalista, no voy a meterme con lo que
no encuentro y por lo tanto me parece un relato incoherente, pero sí con cuatro
puntos insignificantes para muchos, pero relevantes para mí. No descarto leer
esta obra en otro momento, pero hoy por hoy, abandonada.
Lo
primero que me rompe los esquemas, está escrita en primera persona, como no la
terminé puede ser que esto no tenga ningún sentido, quizá al final de la obra fue
rescatada y se educó, pero hasta donde yo leí, se hablaba poco con el resto de
mujeres, que la dejaban de lado y creció carente de contacto físico y afecto,
pero narra la historia con un estilo depurado y una cultura que para mí
quisiera, enfermedades mentales y diagnósticos médicos, con palabrejas
complejas, impresionante. «No volví a intentar que las mujeres me dijeran
sus secretos, yo ya tenía uno».
Partamos de que fue encerrada, no sabemos
muy bien el motivo, cuando era una niña, estuvo encogido en un rincón durante mucho
tiempo, nadie podía alimentarla ni tocarla, parece que tampoco consolarla. Empieza
el despertar sexual, algo innato, instinto básico, todos los niños se tocan, se
exploran, aquí no, pasan los años y cando sale le pregunta a Théa. He dicho no
hablaría de temas psicológicos, es cierto, cada ser humano es un mundo. No sabe
lo que es una silla, ni una mesa, ni muchos objetos que luego verá, pero sabe
de pájaros y constelaciones, lo básico no, lo rebuscado sí. Es inteligente, sin
ninguna duda, y mucho, observadora y despierta, por supuesto. Pero por muy
inteligente que sea, lo que no se conoce no se teme, es de lógica. En un
momento dado dicen que, para protegerla, optaron de no hablarla del pasado para
que no añorase una vida que nunca podría ser, vuelvo a constelaciones, pájaros…
Ella normalizaría el encierro, las otras enloquecerían, pero ella no.
«Los hombres eran la vida»
Esta frase me descolocó
sobremanera, muy ambigua, hablamos de cuarenta mujeres encerradas bajo tierra,
con lo mínimo para mantenerlas vivas, tres carceleros masculinos que no hablan solo
chasquean un látigo, si no fuera porque a lo largo de nuestra terrible historia
se ha documentado secuestros de mujeres, y estudiado el comportamiento de cada
una de ellas, esa frase no tendría ninguna repercusión. Los hombres eran los demonios,
no la vida, a no ser que sin ellos como se demostró al salir, como no abrieron
la celda, otras mujeres murieron de inanición. No es una novela de la maldad
del patriarcado, porque hay sótanos como este donde encontraron los cadáveres de
cuarenta hombres, no lo dice, pero quizá ahí las carceleras fueran féminas. Sí,
supongo que intenta explorar la psicología de las mujeres encerradas, pero, por
desgracia, hay cientos de estudios de casos reales y no se ajustan mucho a este
relato, cierto, el ser humano es un mundo.
Tres
cosas más, las uñas se les partían porque no tenían tijeras y les crecían y crecían,
bueno, los dientes, clave de toda existencia, pero chaca con lo del pelo, solo
dos de ellas tenían el pelo largo, el resto corto, ahí lo dejo, los cuchillos
sin filo y nada de tijeras, nos lo relata ella, no lo digo yo por incordiar. Siguiente
punto interesante, qué sucede con la musculatura que no se ejercita, no pueden
correr, caminan de un lado a otro de la celda, no son muchos metros, pero ojo,
suben cien escaleras como si nada, ¿hubiera subido nuestra narradora tan fácilmente?
Puede tener 17 años, pero a nivel muscular le falta mucho, este hecho está
documentado de secuestros, no voy a mencionar cuales. ¿Y qué sucede con el sol?
¿Con la vista a largas distancias? Ahí lo dejo.
El
lector es sensible a ciertos detalles, quizá no cae en ellos, pero me he
encontrado con lectores que me han dicho, no sé qué, pero algo me chirría, pues
eso, me chirría. Espero que comprendáis mi desconcierto, las expectativas eran
altas, he intentado señalar los puntos que me resultaron problemáticos, que
reflejan un poco el tipo de lectura que hago, reflexiono, quizá en exceso y
solo sea cuestión de dejarse llevar, pero no sé, deformación profesional, y sí, soy crítica, pero abierta a explicaciones
que me hagan comprender lo que se me escapa. La voz es un aspecto muy
desconcertante y he descubierto que muchos lectores estamos de acuerdo, no es
creíble ese diálogo culto que mantiene con nosotros ni su alta capacidad de reflexión, no olvidemos su aislamiento severo ni la deshumanización que padece. Su
despertar sexual me dejó alucinada, la falta de información y la ausencia de
contacto, no es lo que esperaba. Como psicoanalista que es trata sobre la
complejidad de las relaciones humanas, pero temas como la higiene, la
musculatura y la adaptación a la luz, están extensamente exploradas en
psiquiatría, neurociencia y psicología, por no mencionar más. Lo siento, es muy importante para mí la verosimilitud.
¡Feliz lectura!
Autora
Jacqueline Harpman (1929-2012)
fue una novelista y psicoanalista belga de origen judío, cuya obra fue
galardonada con el Premio Médicis y traducida a varios idiomas. Parte de su
familia fue asesinada en Auschwitz, y la experiencia del antisemitismo que sufrió
en carne propia inspiró el escenario postapocalíptico de esta novela inusual,
que indaga sobre la dignidad y la dificultad de permanecer humanos frente al
sufrimiento, en un relato conmovedor, fantástico y terrible.
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