Una flor en el asfalto de Eduardo Barba y Raquel Aparicio
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Edita #TresHermanas
Sinopsis
«Nos llamáis hierbajos, maleza,
malas hierbas… pero ¿qué os hemos hecho para que nos miréis tan mal?
Compartimos con vosotros el espacio de estos bosques de cemento y cristal que
habéis construido en medio del campo, esas ‘ciudades’. Somos las hierbas urbanas,
sí. Tenemos tanta belleza si se nos mira de cerca que, todo lo demás, poco
importa. Somos unas supervivientes capaces de colonizar pequeñas grietas en las
aceras y los muros.
Nos hemos
reunido para contaros cómo somos y cómo nos sentimos. Por estas páginas
desfilamos docenas de plantas muy comunes en vuestras calles. Cada una habla de
sí misma, en primera persona, para mostraros cómo es nuestra realidad,
nuestro día a día. Lo hacemos sin tapujos, en un ejercicio de sinceridad
clorofílica con todos vosotros. ¿Dejaréis entonces de llamarnos malas
hierbas?»
Impresiones
Es un libro que te toca el
corazón, ahí en lo más profundo y te das cuenta que nada en este mundo esta por
casualidad, hasta la plantita más pequeña es un bien que no se sabe valorar,
pero no temas, cada una de ellas te contará algo relevante de sí misma.
La
presentación ya es una sacudida en toda regla, permitidme algún fragmento que
demuestra la sensibilidad de la persona que se esconde tras las líneas de esta
obra y de todas sus obras, «Soy una hierba urbana. He nacido, crezco y
florezco en la grieta de una acera, al pie del bordillo… Afortunadamente, vivo
en una calle sin comercio, y eso me libra de sufrir muchos pisotones», soy
de la rara avis que esquivo y no pisos, hormigueros ni plantas, si puedo
evitarlo, soy de las que se para a fotografiar una planta, un hongo o lo que
llame mi atención allí dónde sea, si me conoces a distancias cortas, lo sabes,
mis buenos días en Instagram son prueba de ello. Seguimos
empatizando con esas plantas callejeras, «… he podido comprobar el poco
aprecio que sentís por nosotras las hierbas… Compartimos con vosotros este espacio
de cemento y cristal que habéis construido en medio del campo», no creo que
haya mayor resiliencia. «Cuando nos veis creciendo en las aceras, pensáis que
está sucia…».
Es un relato íntimo y cercano, cada planta cuenta
una curiosidad de ella, el álbum de familia más completo, como dice nuestra
planta, cada planta con su plantalidad.
Esas
plantas callejeras con flores de vivos colores, alegran el invierno a nuestra
mirada melancólica, pero también sirven de alimentos a otros insectos, no lo
olvidéis. El ser humano lucha contra la supervivencia de otras especies y de la
suya propia, pero la naturaleza intenta compensar tanto descerebrado. Voy a
muchas visitas Proambientales, y en una ocasión alguien contó que la pandemia fue
una enseñanza para algunas practicas de jardinería erróneas, no lo sabemos
todo, nos creemos maestros y solo somos aprendices. Se llenaron los jardines de
las ciudades de plantas y flores extranjeras, nadie pensó en los insectos o los
pájaros, ¿qué sucedió? Nos creemos especiales y únicos, pero no lo somos,
viajamos a un país cuya gastronomía es diferente a la nuestra y pasamos más hambre
que un maestro de escuela, volvemos que asaltamos la nevera… Somos
dependientes de un ecosistema, las plantas y los animales también, la
arrogancia de que podemos imponer nuestras normas a la naturaleza nos están costando
muy caras, a lo largo de la Historia lo hemos visto, el conejo de Australia
o la cotorra argentina que desplaza a aves autóctonas, no son ellos los
responsables, somos nosotros. Por eso ahora las fronteras se protege. Por eso
ahora se combinan especies en los jardines, tulipanes con narcisos, lirios,
azucenas, pensamientos…, los jardines en invierno se llenan de flores, insectos
y pájaros conviven con nosotros, si somos la especie dominante, pues ya lo
decía el tío de Spiderman, un gran poder, conlleva una gran responsabilidad,
dicen que es de Voltaire, pero mola más el tío de Peter Parker.
Eduardo Barba trasmite pura
sensibilidad, en sus obras y en persona, esta es una obra que invita a buscar
cada planta por la ciudad, detenerse, obsérvala, mirar cómo se adapta al
entorno, como a pesar de las dificultades, florece. Supervivientes. Que cada
planta hable en primera persona es una estrategia muy acertada para acercarnos
a ellas, para empatizar, ¡eh, no soy una mala hierba!, gritan desde esa grieta
del bordillo, soy un ser vivo con historia, con mi pasado y mi presente. No
tengo una cámara muy buena en el móvil, la belleza de estas plantas se escapa a
mi objetivo, pero tú míralas un momento, aunque te dé apuro pararte y observar.
Es un libro pequeño lleno de sabiduría, para grandes y pequeños, una enseñanza,
sensible, capaz de hacernos parar y observar el entorno.
¡Feliz lectura!
Autor
Eduardo Barba Gómez es jardinero,
paisajista, profesor de jardinería e investigador botánico en obras de arte.
Cultiva
plantas desde que era un niño y trasplantaba malvas y otras hierbas del
descampado de enfrente de su casa a las macetas de la terraza. Por esa y otras
razones acabó haciéndose jardinero.
Por donde pasa
necesita cuidar de plantas, labor que ha realizado en distintos países, además
de España, como en Bélgica, Francia, Italia, Países Bajos, Estados Unidos o
Australia.
Claro está, le vuelve loco la
botánica, pero también el arte. Ambos trastornos le han llevado a identificar
todas las plantas que aparecen entre las miles de obras expuestas del Museo
Nacional del Prado. Precisamente, es autor del libro El jardín del Prado,
un ensayo que recoge la flora de las obras de arte de ese museo.
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