ESPACIOS SIN AIRE de Shulamith Firestone


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Traducción de #ClaudioIglesias

 Editorial #muñecainfinita



Sinopsis

En 1970 La dialéctica del sexo se convirtió inmediatamente en un clásico del feminismo de la segunda ola. Con solo veinticinco años, Shulamith Firestone analizó cómo el feminismo radical podía y debía dar forma al futuro, y sus predicciones (la revolución cibernética, por ejemplo) fueron premonitorias de los problemas actuales.
En Espacios sin aire, casi unas memorias en forma de viñetas, describe con perspicacia y sensibilidad unas vidas cautivas de un malestar y una pobreza cada vez más burocratizados, y sus encuentros con algunas personalidades como Valerie Solanas, Allen Ginsberg o Diane Arbus.
El epílogo de Susan Faludi, publicado en The New Yorker, rinde homenaje al activismo de Firestone y a los movimientos feministas radicales de los setenta en Estados Unidos.

Impresiones

Primeros mis notas sueltas sobre la obra de Shulamith Firestone, Espacios sin aire, que me enganchó desde la primera página, estos breves relatos de personas, con detalles muy sutiles sobre los efectos de las enfermedades mentales, durante las hospitalización y esa decadencia física, esa ausencia de identidad; tras el alta, dependencia al tratamiento, al horario, al personal…, luego llega un título demoledor, Perdedores, nada de lo vivido, de todo lo sufrido, tiene resultados, han perdido… Cualquier enfermedad mental pasa una gran factura.

«Se dio cuenta de que parecía más una loca que se había escapado del manicomio que una supermodelo…»

«Ya había dejado de ser un icono de la moda con sus va queros gastados agujereados en las rodillas.  Ahora era una negrita parcheada recién llegada a la ciudad»

«Antes de entrar en el hospital y perder su buena apariencia…»

«… un poco idiota y babeante debido a la medicación. Tal vez esta sea la razón…»

«A veces reconocía en los rostros de los demás… ya no era atractiva para nadie, ni hombre ni mujer»

«… su vida social había muerto durante su encierro…»

En algunos relatos no termina, los deja en el aire, ¿qué sucede con ellas? ¿Por qué nos deja a medias?, ¿busca la autora una reflexión del lector? Cada relato tiene algo sobrecogedor, lo acabe o no, esa sensación de sentencia fatalista, de no escapar, La visita, Marta visita a Elizaberth que se está quedando sorda, llama y no la abre, espera, consigue llamar desde casa de la vecina, y acaba la autora con una pregunta, ¿Quién iba intentar pasarse a visitarla ahora? Nos deja caer que Marta no volverá, quién irá.

 


Una obra aguda de alguien que sufrió en sus carnes una enfermedad mental. Decadencia física y perdida de identidad. La hospitalización psiquiátrica y el diagnóstico actúan negativamente, no se trata de una etiqueta sobre la que trabajar, es algo mucho más profundo, desarraiga a la persona. Estigma, pierde su valor social previo. La identidad anterior ya no es modelo, ya no es una persona atractiva, ya no es un individuo social, es borrada y reemplazada por la etiqueta de loca o perturbada, ¿por qué esa diferencia con cualquier otra enfermedad física?

            Shulamith Firestone escribió un mensaje parecido a este: todo el sufrimiento y la reclusión no tienen un resultado terapéutico positivo, no nos sirvió de nada, todo esto nos condujo a estar más perdidos y solos que al principio. ¿Dónde está la salud prometida? ¿La dependencia al tratamiento, al horario hospitalario, al personal es curación?  Han conseguido el alta, pero… No termina los relatos porque no hay final, siguen luchando, siguen solos y perdidos, eso leo, eso entiendo que grita la autora con tantas historias.

 

¡Feliz lectura!

 



PD: Es el segundo libro que me compro de la editorial, el anterior fue El caballo ciego

 

Autora

SHULAMITH FIRESTONE (1945 - 2012). Conocida también como Shulie, fue una escritora y activista canadiense-estadounidense, figura central en la historia del feminismo radical de la segunda ola junto a Kate Millett.
Tras publicar La dialéctica del sexo. En defensa de la revolución feminista, basado en las ideas de Freud, Marx y Simone de Beauvoir, que elogió el libro, Firestone abandonó el activismo y se mudó como pintora al East Village. Desde mediados de los setenta sufrió los primeros síntomas de enfermedad mental, que se fueron agravando, y fue internada varias veces.
En un largo periodo de mejoría gracias a una red de apoyo de mujeres, publicó en 1998 Espacios sin aire. Cuando perdió esa red, tuvo una larga recaída, y en 2012 la encontraron muerta en su apartamento. Tenía sesenta y siete años y había sufrido problemas mentales durante décadas.



 

 

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