Retratarte. Cuando cada mirada es una historia de Carlos del Amor
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Sinopsis
Carlos del Amor va un paso más
allá en el viaje a través de los cuadros que emprendió con Emocionarte.
Esta vez se centra en el retrato, un género que le permite recrear las vidas de
los retratados y de los artistas, y cómo estos últimos también se retratan en
su forma de pintar. La elección de sus modelos o los retratos de encargo,
la fidelidad realista al retratado o la percepción de este por parte del
artista, el autorretrato que tantos practican, quiénes eran los modelos y qué
vidas llevaban, las dificultades de acogida de la obra por parte de quien la
encarga o por el público, forman parte de la historia íntima de estas obras que
iremos descubriendo en el libro.
Opinión
Como nos confiesa el autor, a mí
me gusta la simpleza, pero no esa que va unida a lo peyorativo, sino dándole la
categoría que se merece, reproduzco más o menos sus palabras. La capacidad de
expresarse sin artificios, la sencillez, aquella que te atrapa, que capta la esencia de la
vida, y cuando te deja tienes una resaca de emociones y sentimientos. Pues eso
es lo que encierran muchos de los retratos que contiene esta obra, parecen
sencillos, son sencillos de mirar, no hace falta cálculos complejos para
interpretar los trazos y las formas, un rostro que te mira desde la distancia, te
atrapa y te mete dentro del cuadro. Eso me sucedió con En el tocador de
Zinaída Serebriakova, por favor, es pura juventud, inocencia, alegría, es esa
frase que nos repetimos a esas edades, «me voy a comer el mundo», luego, como
le sucedió a ella, este mundo la engulló, lo podéis ver en dos de sus obras, Castillo
de naipes y Desayuno, son los hijos de la artista, la mirada no es
la misma, la vida no la esperada o soñada. Escribe Carlos sobre la obra: «… menos
mal que no sabemos lo que va a suceder, sería imposible vivir siendo
conscientes del dolor que nos esper, incluso siendo conscientes de la felicidad…».
Tampoco sabiendo la felicidad que nos espera podríamos vivir, porque de alguna
forma dejaríamos todo en espera de ese momento.
Avanzamos,
retratos y cuadros van cayendo, Retrato de Michael Wolgemut de Alberto Durero,
una evolución hacia la desesperanza. Retrato de una dama de Gustav Klimt,
¿quién se esconde debajo? Último retrato de Lucian Freud, el apellido no
es coincidencia, no, fijaros en su obra, en sus rostros y su propia destrucción
en cada pincelada. El paraguas de María Bashkirtseff, qué maestría de la
expresión y el realismo, ¿dónde habría llegado como artista? Y podía seguir,
pero va a ser que el resto, exceptuando un pequeño inciso, lo devoréis vosotros
con vuestro propios ojos. Y cuál es ese inciso, la única obra que no comprendía
que hacia en mitad de tales joyas, el único cuadro que distaba de ser arte, pintado
con rotulador un retrato, autorretrato II de Jean Dubuffet, parece una
broma de Carlos del Amor, pero no es un hombre que dé puntada sin hilo,
¿entonces? ¿Quién fue este pintor que se inventó su propio movimiento «arte
brutal»? Y antes de acabar, ¿el arte se prostituye por el dinero, la fama y el
poder?
Gracias por la recomendación Pepa
Locura de Libros.
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