Historias de mujeres de Cristina Campos
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Sinopsis
Maridos, amantes y amigas van
y vienen, pero el amor, el verdadero amor, permanece para siempre.
Una novela sincera y actual sobre el matrimonio, la amistad, el deseo y el
amor.
Gabriela es una mujer casada con
un hombre al que quiere. Al que adora. Un hombre que le mendiga sexo una vez al
mes. Y Gabriela, porque le quiere, porque adora a su marido, sin desearlo, se
lo concede. Pero cada mañana, Gabriela se cruza con un desconocido, un
hombre al que, incomprensiblemente, desea.
Gabriela es periodista y trabaja junto a sus compañeras de redacción, Silvia y
Cósima, mujeres con las que ha forjado una preciosa y sólida amistad. Como
Gabriela, también ellas esconden pequeños secretos a sus maridos.
Opinión
La novela es entretenida y me gusta
el estilo de Cristina Campos, es fluido, ameno y sencillo. Una historia de
mujeres y sus relaciones amorosas, que nos habla de la monotonía y los deseos.
Así que os recomiendo su lectura como novela para despejar la mente entre
lecturas soporíferas y espesas.
«Os falta ambición»
Esta
frase que dice Eugenia en un momento de la novela, resume los perfiles de las
tres mujeres, Gabriela, Silvia y Cósima, son tres mujeres que se dejan arrastras
por las decisiones, en unos casos de otros y en otras decisiones sin meditar, que se amoldan y al final esto pasa
factura, vivir sacrificado por los demás, no es buena idea. Al terminar me dejó un poso extraño, me acordé de Cincuenta sombras
de Grey y de unas cuantas frases que me taladraban la cabeza: «pero ella
solo escucha de maridos mendigando los cuerpos de sus mujeres», «dice que
necesita descargar, si no, va tenso».
Y
dejo pasar el tiempo, hay veces que se despeja el runrún, pero no, aparecieron las
escenas y alegatos exacerbados sobre la libertad de la mujer, sobre el feminismo y el empoderamiento (que mira que me gusta poco esta palabra). Hay una escena cuando Gabriela tontea en la fiesta con Simón, Germán la insulta
y se marcha, ¿qué es lo primero que le recuerda Gabriela? Que tiene derecho a divertirse. Sinceramente, si eso me lo hiciera mi pareja, saldría igual que
Germán, porque me estaría faltando el respeto. Otra escena, la del chándal,
tanta risa, tanta miradita burlona, ¿quién falta el respeto a quién? Y por último,
«no me interrumpas», creo que en esta la balanza se queda en medio, porque
sabiendo lo mucho que le cuesta a Germán sociabilizar, lo poco que habla con
otras personas, cuando se lanza y cuenta una anécdota divertida, ella quiere
robarle ese protagonismo, si esto lo hiciera él, ¿cómo lo etiquetaríamos?
Gabriela
no esta conforme con su vida, ha ido renunciando por una pareja, por un
matrimonio, por un hijo, y llega un punto donde la monotonía, la rutina, la
sobrepasa, además, me parece una mujer insegura, ¿la obligaron a todo eso? ¿O ella tomó la decisión? No sé, de alguna forma me da
por pensar que la autora intenta justificar con esas escenas, frases y
relaciones en general, el adulterio, la infidelidad.
¿Por
qué no se separó de Germán si tanto deseaba a Pablo? ¿Por qué se queda con un
hombre que no ama y ama a otro que la somete? «No me obligues», dice Gabriela,
pero quién la obliga a qué. Y no quiero mencionar la defensa de Pablo cada vez
que ella le propone vivir juntos, «vamos a romper nuestros matrimonios, vas a
criar a mis hijas… », ¿vamos a dañar a los que nos esperan en casa haciendo de
padres? Mejor esperamos que se independicen los hijos y entonces sí, porque ya
no habrá tensiones ni malos rollos. ¿Esto es amor? De verdad este es el espécimen
que una mujer independiente y moderna busca.
Una novela que termina con un mensaje extraño. Gabriela y Eugenia en el
eclipse de la vida buscan esos amores perdidos, porque ahora sí es el momento.
Incomprensible. Me vendieron la novela como una historia de mujeres libres, y
lo que leo son mujeres que se pusieron ellas solitas la soga al cuello, porque ni Salva
es un maltratador, sino un niño grande y Silvia lo sabe, ni Germán ha cambiado
un ápice esa personalidad introvertida que descubrió en los años universitarios. Es frustrante que ninguno de los personajes femeninos me haya gustado, pero ninguno. Gabriela se lleva la palma, tanto querer ser madre, para a los dos años de nacer su hijos descubrir que la maternidad no es tan idílica como se imaginaba, porque sinceramente, idealiza cada instante de su existencia, luego la realidad la abofetea, menos mal que Pablo la conoce y se lo dice, te cansarías de mí a los pocos meses de juntarnos. Yo también lo creo, personaje odioso donde los halla.
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