La casa junto al mar de May Sarton
Hi
#Lacasajuntoalmar
#MaySarton
Traducción de #BlancaGago
Edita #GalloNero
Sinopsis
«Un amanecer sereno. He contemplado el sol bañando el
estudio con una luz anaranjada y brillante, y me he sentado para atrapar la
visión del disco rojo justo cuando se detenía un segundo en el borde exacto del
horizonte»
En 1973, May Sarton abandonó su
casa de Nuevo Hampshire, escenario de toda esa vida interior y creativa que tan
bien supo plasmar en Anhelo de raíces y Diario de una soledad,
para trasladarse a una casa en la costa de Maine, un lugar solitario salvo en
los meses de verano, con el mar, los bosques y los cielos inmensos siempre
presentes.
Al principio, la paz del lugar y
el haber escapado a la angustia vivida durante tanto tiempo, que había llegado
a asociar con la casa de Nuevo Hampshire, parece encerrar también un lado
oscuro. Tal y como afirma la autora, «Me quedé cautivada por algo sobre lo que
había leído unos años atrás sobre el hecho de que los japoneses, cuando
atraviesan un periodo de paz, lo único que pintan son abanicos».
Sin embargo, la pasión creativa
regresó, y Sarton descubrió, así, que lo mucho que tenía que ofrecer no
dependía de los demás; un descubrimiento de un valor excepcional. «La soledad,
como los largos amores, se vuelve más profunda con el tiempo, y confío en que
no me falle a medida que mi poder creativo vaya mermando, pues crecer en
soledad es un modo de crecer hasta el final», dice la autora.
Este es el más conmovedor y
reflexivo de los diarios-memorias de Sarton. Una obra para meditar, saborear y
amar por la pura belleza del alma y el pensamiento que la conforman. Es,
ciertamente, un libro radiante.
Opinión
«Uno de los
hechos más maravillosos de la vejez es que ya no tenemos que demostrar nada, ni
a nosotros ni a nadie. Somos lo que somos», aceptación.
La vida suena idílica pero está llena
de frustraciones, desesperanza, preocupaciones de toda clase que nos mantiene
alerta. Leyendo este diario que va del miércoles 13 de noviembre de 1974, al
martes, 17 de agosto de 1975, capto, dentro de los días bueno, malos y
regulares, la sabiduría que solo la edad ofrece. La felicidad está en los
momentos, en los rituales cotidianos, en centrarse en los positivo, «tal vez
la razón más importante de mi felicidad sea que estoy aprendiendo a no tomarme
las cosas a la TREMENDA», yo quiero también a prender a relativizar. «…
lo engañosa que es la memoria y de las numerosas formas que puede contemplarse
una experiencia». Recuerda las adversidades, las tiene ahora, la enfermedad,
las padeces más que nunca, incluso se asusta más que antes, «Cuando estoy enferma
aquí, me siento abandonada…», la muerte se ha convertido en un pensamiento constante,
los amigos van desapareciendo, el aviso de una cuenta atrás.
May
Sarton toma perspectiva, sintetiza los aspectos importantes de su trayectoria y
afianza su individualidad e identidad. Hay que leer a esta autora, pero no de cualquier
forma, no en el transporte público, no mirando de reojo la montaña de
pendientes, su mensaje se perderá y su lectura puede resultar lenta e intranscendente
porque nuestro cerebro está sobreestimulado, así ya os digo que no. Me levanto temprano, esta Semana Santa no
fue una excepción, me levantaba mucho antes de que amaneciera, me preparaba un café,
me tumbaba en el sofá, me tapaba y leía, leía mientras todos dormían, sin ruidos, sin
movimiento. Solo entonces aprecié los matices de la obra.
La
madurez no se alcanza ni con la edad ni con las experiencias negativas, fuerzan
sí, pero si uno no tiene los receptores abiertos, la sabiduría y la madurez se
escapan como la arena fina entre los dedos. Así es esta lectura. Receptores
abiertos.
Muy
recomendable, pero como os digo, una lectura sosegada que requiere de
receptores abiertos para captar la sabiduría que nos ofrece una mujer
adelantada a su tiempo, no nos confundamos, May Sarton nació en 1912 e hizo de
su capa un sayo.
Nos
hablará de la soledad, dándonos su punto de vista, «… a mi modo de ver, no
era buena opción para una mujer joven…» (134); la mujer, ¿qué es ser mujer?
(217) «las mujeres debemos vernos como seres centrales, no periféricos»; decidió
escribir sobre aquello que le rondaba la cabeza esos días, lo primero la
muerte, no la muerte en sí, «el miedo a hacerlo sola», la muerte hacia
un destino real y no un vacío; de los recuerdos que se van tejiendo alrededor
de una comida, «todo se cierra en un círculo» (32). La juventud desde su
altura, «Lo que me perturba, en parte, es ver tan claramente, a mi edad, cuántas
cosas dan por sentadas los jóvenes sin ninguna clase de escrúpulos» (51).
Podría continuar durante un buen
rato, señalando frases, es una lectura sosegada, que narra la cotidianidad de
una mujer que se retira a una casa solitaria con la única compañía de un perro
y un gato. No quiero despedirme sin remarcar la figura de su amiga Céline, la
reflexión que hace de los diferentes aspectos de una misma persona, de la
relación madre e hijas, de abuelas y nietas, «Pero claro, era solo una
invitada, y el desgaste de la vida no llegó a tocarnos».
Muy recomendable.
Autora
Eleanore Marie Sarton (Wondelgem,
Bélgica, 1912–York, Estados Unidos, 1995). Poeta, memorialista y escritora,
nació en Bélgica de padre belga-estadounidense y madre inglesa; la familia dejó
Bélgica después del asesinato del archiduque Francisco Fernando. Autora muy
prolífica, escribió poesía, novelas, libros infantiles y una obra de teatro,
aunque su gran aportación literaria fueron sin duda sus diarios y memorias.
Cosmopolita y políticamente comprometida, los temas que recorren sus obras son
la amistad, las relaciones, el envejecimiento, la soledad y los derechos de la
mujer.
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