1984 de George Orwell

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Sinopsis

 

«No creo que la sociedad que he descrito en 1984 necesariamente llegue a ser una realidad, pero sí creo que puede llegar a existir algo parecido», escribía Orwell después de publicar este clásico en 1949. En tan solo unas décadas el curso de la humanidad se ha encargado de convertir su novela -por entonces considerada una obra de ciencia ficción-en un manifiesto de la actualidad y en uno de los cinco libros más importantes del último siglo según The New York Times.

Año 1984. Londres es una ciudad lúgubre en la que la Policía del Pensamiento controla la vida de los ciudadanos. Winston Smith es un peón de este engranaje perverso y su cometido es reescribir la historia para adaptarla a lo que el Partido considera la versión oficial de los hechos. Todo cambia cuando decide replantearse la verdad del sistema que los gobierna.

 


 

Opinión

 

«No me interesa la siguiente generación, cariño»

 

Y por dónde empiezo cuando una novela deja tanto poso y tanta frase y tanta reflexión, y a la vez tanto miedo, porque para unos es una distopía, para mí es una realidad palpable, en un mundo que tiene al alcance de la mano toda la información posible, está más desinformado que nunca, ya no se diferencia la verdad de la mentira. A mí me da vértigo, ¿a vosotros?

                Pero vamos al lío, que lo mío es la lectura y las impresiones, y no la política, aunque aquí hay bastante política. Un mundo distópico, un gobierno que controla la información. «Quien controla el presente, controla el pasado y quien controla el pasado, contralará el futuro» (42)




                La manipulación, ¿cómo? Lo primero es el “doblepiensa”, no es más que educar a la población en la contradicción que existe en las palabras y aceptarlas, «La guerra es la paz. La libertad es la esclavitud. La ignorancia es la fuerza» y como se nos dice que quien va en contra del Partido será vaporizado, más sencillo todavía aceptar cualquier discrepancia como buena. El miedo hace milagros. «Creer que la democracia era imposible y aceptar que el Partido era la garantía de la democracia». El segundo paso, “nuevalengua”, no somos conscientes del poder de la palabra, es una extensión de la primera. En esta parte se reduce el vocabulario, se simplifica el lenguaje para tener limitaciones de expresión, pero también de pensamiento, ahora voy con esto último. Cuanto más simplificamos el lenguaje, menos necesidad de pensar y reflexionar, llegamos al pensamiento básico, solo aquellos que sigan cuestionándose las cosas, verán la sutileza, el resto, ovejas gregarias. Esto llevamos unos años sufriéndolo, en la reducción de la conjugación de los verbos, ahora todos es pretérito perfecto, el mínimo esfuerzo, según la prensa se adapta el lenguaje a lo que demanda de la audiencia, como la culpa siempre es de otros, voy a meter el dedo en la llaga, quizá sea que el periodista tiene un lenguaje básico. El esfuerzo lector se pierde y con ello nuestra capacidad de pensar, reflexionar y razonar, nos quieren volver ovejas gregarias, ¿por qué?




                Después tenemos el resto de herramientas que forman parte de la manipulación, vigilancia y control no hay nada más importante que controlar la información para hacerte con el poder y mantener a una sociedad dominada. Miedo, si no haces lo que yo quiero, vaporización.

                Los ministerios siguen la misma directriz expuestas arriba, Ministerio del Amor, castiga los delitos, pero lo hago por vosotros porque os quiero y deseo una sociedad magnifica de prosperidad y felicidad, es un poco como esa frase que hemos escuchado hasta la saciedad: «Quien bien te quiere te hará llorar». Ministerio de la Paz, dirige el odio, no hay nada mejor para alcanzar la paz que sembrar el odio por doquier, este discurso del odio, anda que no se oye. «El Odio continuaba exactamente igual que antes, pero había cambiado de objetivo… Se había modificado el discurso». Ministerio de la Abundancia, «Cuanto menos se tenga, menos se quiere», el que pasa hambre, el que vive en la pobreza absoluta, que feliz es cuando come un mendrugo de pan, tremenda idea, este ministerio asocia abundancia a comer migajas. Ministerio de la Verdad, modificar el pasado en el beneficio del Partido, reescribir la historia para que se adapta al discurso, pero aquí hay un elemento que estorba, los ancianos y su memoria, todo se soluciona con un par de purgas, «Las generaciones más veteranas casi habían sido borradas del mapa en las grades purgas de los 50, 70…». «Todos aceptaban la mentira impuesta por el Partido, la mentira pasaba a la historia y se convertía en verdad».

                Por mucho que se demostrase que el gobierno mentía, «Siempre había nuevos incautos dispuestos a dejarse embaucar», a esto no añado nada, está muy claro. «Las consecuencias de cada acto están incluidas en el propio acto».

                ¿Qué efectos tiene vivir constantemente en conflicto? Normalización. «El enemigo de cada momento representaba siempre el mal absoluto, y de ahí se deducía que cualquier pacto pasado o futuro con el fuese inconcebible», por eso era imposible un pacto de paz, si demonizamos tanto, no es posible el entendimiento o el dialogo para acabar con la guerra, porque se vería como un acto de traición. Esto es manipulación, solo queda una vía, seguir con la guerra hasta el exterminio.

 

«El sentido común la peor herejía»

 

 


 

Autor

 

George Orwell (Motihari, India, 1903 - Londres, 1950), cuyo nombre real era Eric Blair, fue novelista, ensayista brillante y maestro de periodistas. Podría decirse que su breve vida resume los sueños y las pesadillas del mundo occidental en el siglo XX. Nació en la India británica en el seno de una familia de clase media, estudió con una beca en el exclusivo colegio de Eton, sirvió en la Policía Imperial en ultramar (Los días de Birmania, 1934), volvió a Europa, donde vivió a salto de mata (Sin blanca en París y Londres, 1933), regresó a la Inglaterra rural y empezó allí el ejercicio de la docencia (La hija del clérigo, 1935), escribió sobre la clase obrera inglesa y la explotación (Que no muera la aspidistra, 1936; El camino a Wigan Pier, 1937), recogió su experiencia de lucha contra el fascismo en la turbulenta Guerra Civil española (Homenaje a Cataluña, 1938), vislumbró en la convalecencia posterior el derrumbe del viejo mundo (Subir a por aire, 1939), colaboró con la BBC durante la Segunda Guerra Mundial, se consagró en el Tribune y el Observer como uno de los mejores prosistas en lengua inglesa (entre su vasta producción ensayística cabe destacar El león y el unicornio y otros ensayos, 1940), fabuló las perversiones del socialismo (Rebelión en la granja, 1945) y llegó a anticipar nuevos tipos de sociedad burocrática e hiperpolítica (1984, 1949). A pesar de su temprana muerte, se le sigue considerando la conciencia de una generación y una de las voces más lúcidas que se han alzado contra toda clase de totalitarismos.

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